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Profesoras desvinculadas del Conservatorio de Música de la Umag denuncian discriminación de género y vulneración de sus derechos

Cuatro profesoras del Conservatorio de Música de la Umag fueron desvinculadas de sus funciones, al no ser renovado el convenio que garantizaba su relación laboral con dicha casa de estudios. Tu aldea conversó con tres de ellas, quienes actualmente se encuentran en proceso judicial en el Juzgado de Letras del Trabajo de Punta Arenas, por una serie de acciones que catalogaron como discriminación de género y otras vulneraciones de sus derechos. Se trata de Ariela Caripán González, Paula Zamorano Aguilar y Karina Contreras Galindo.

Estas últimas, fueron notificadas el 06 de julio de 2020 por parte del entonces director del Conservatorio de Música, Sergio Pérez Bontes, sobre una reducción de sus sueldos a la mitad que les exigía mantener la misma carga horaria y responsabilidades. Lo anterior se fundamentaba en el reajuste presupuestario de la Universidad de Magallanes. Pero a poco andar, dichas docentes se percataron que este perjuicio recaía mayoritariamente en mujeres y no en la totalidad del personal. Por cuanto se negaron a aceptarla, lo que se tradujo en la no renovación de sus convenios en plena pandemia.

“Esta desvinculación fue la gota que rebalsó el vaso de todo lo que veníamos viviendo”, señaló Ariela Caripán Gonzalez, explicando que como docentes tuvieron que soportar una serie de situaciones de maltrato, que entorpecían su desempeño y que de manera sistemática las negaba e invisibilizaba como profesoras del establecimiento.

Sin embargo, esto no fue todo, puesto que en septiembre del año 2020 comenzaron a trabajar cuatro nuevos profesores en el Conservatorio de Música, aunque según lo informado por una de las docentes, se les remuneró de manera retroactiva los meses de julio y agosto también. Se trata de Cristian López, profesor de cello, Gonzalo Cáceres, profesor de guitarra, Javier Covacevic, profesor de piano y Nicolás Petrovic, profesor de teoría. Este último, cumple actualmente el rol de director del Conservatorio, ya que Sergio Pérez Bontes es parte de un proceso sumarial. Lo que resulta inexplicable es que ellos han recibido una remuneración superior a la oferta del reajuste propuesto a las profesoras que fueron desvinculadas.

Testimonio de las docentes

Ariela Caripán González relató: “Entré al Conservatorio en el año 1991 para integrar un cuarteto de cuerdas y en el año 1992 empecé a hacer clases hasta el 06 de julio 2020, fecha en que fui desvinculada junto a mis colegas. Tuve dos jefaturas anteriores, durante las cuales realicé cursos, encuentros musicales, conciertos como solista, dentro y fuera de la ciudad y desde el año 2003 al 2020, el señor Sergio Pérez Bontes fue mi jefe. Los primeros años fueron tranquilos, tocaba en diferentes actos académicos y en innumerables actos y presentaciones donde se me solicitaba representar a la Universidad, dentro y fuera de la ciudad.  Hubo años en que completaba mi cupo asignado para atender alumnos y desde donde salieron grandes profesionales de este país.

Fueron sumándose al staff del conservatorio, otros profesionales, los que a poco andar, fueron acomodados con muchas horas de clases repartidas en varios instrumentos y en otras disciplinas musicales creadas para el servicio de la comunidad, mientras yo permanecía con las mismas escuálidas horas de clases, las que nunca sufrieron  modificación alguna. Entre medio estudié Musicoterapia y otros breves cursos musicales, para obtener herramientas que mejoraran mi situación laboral, empero siguió quedando todo igual. Irónicamente, la Musicoterapia fue muy bien recepcionada  fuera del conservatorio, pero sin duda alguna, el mejor escenario habría sido éste, y una vez más, la errónea percepción de nuestro director, lo llevó a decirme que el Conservatorio de Música,  no era un ‘hospital’.

Los movimientos musicales de algunos de mis colegas eran dignos de análisis: viajes, encuentros, festivales, intercambios, etc., financiados todos por aparentes  gestiones personales, proyectos o por esa extraña simpatía que surge en las almas afines, obviamente. La Universidad aportaba su incondicional respaldo. Pasé por dos canales de televisión regional haciendo arte, produciendo y conduciendo programas relacionados con esto mismo, más en el canal universitario, mis posibilidades fueron siempre nulas, como nulo el apoyo a todas las iniciativas que fui presentando a lo largo del tiempo”.

Por su parte, Paula Zamorano Aguilar indicó: “Desde el año 1996 trabajé en el Conservatorio de música perteneciente a la UMAG, fue un tiempo que disfruté al poder formar, en los cursos primarios de teoría, a muchos niños y niñas que ahora ya son adultos. Lamentablemente la Universidad no fue un empleador que reconociera la labor de sus colaboradores, a pesar de poner toda mi entrega y profesionalismo no tuve una retribución en reconocimiento a los años servidos a la institución. Nunca tuve protección por maternidad o enfermedades, fui invitada a ceremonias de premiación a funcionarios que tenían menor antigüedad que yo, no tenía el privilegio de tener un asiento para poder ver a mis alumnos en los conciertos organizados por el Conservatorio, etc. etc.

Aún más, con dolor y sorpresa el 06 de julio del año recién pasado (2020) se me comunicó que junto a otras tres colegas se nos disminuiría a la mitad nuestra remuneración, quedando intacta la de los otros profesores que también trabajan ahí y no con tanta antigüedad como yo; la alternativa era irme, sin más explicación que reducción presupuestaria, lo que no los limitó para contratar a otra persona que realizara mi trabajo. Ahora me encuentro en juicio contra la Universidad, que envió como representante a alguien que no conocía nada del funcionamiento del Conservatorio ni de porqué fuimos elegidas para esta discriminación. Aún espero conocer la verdad de lo que pasó con nosotras”.

Karina Contreras Galindo, por su parte recordó: “Inicié mi trabajo en el conservatorio de música el año 2013, mi trabajo consistía en la realización de clases de piano principal y funcional basadas en un programa de trabajo constante que implicaba evaluaciones y exámenes periódicos a los estudiantes. Como pianista y compositora he obtenido primeros lugares en certámenes de música clásica como popular y folclórica, tengo discos grabados y mi música forma parte de varios trabajos discográficos de otros intérpretes. Además realizo trabajos de composición que han sido muy fructíferos. Hoy en día se interpreta mi música dentro y fuera del país por destacados músicos. Año tras año estoy en actividad musical, siempre dando conciertos, estrenando obras mías como de otros compositores, trabajando solista y en grupo, tengo bastante actividad musical en mi vida, no me gusta ser solo músico de papel, vale decir ser inactiva en mi rubro.

Lo que más me ha dolido de esta situación de maltrato de parte de la Umag es que nunca llegué tarde al trabajo, mis estudiantes todos han sido bien evaluados, no solo por personal de este conservatorio sino también por los maestros de la Universidad Austral de Valdivia. Jamás tuve problemas con apoderados o alumnos, todo lo contrario mi relación con ellos era muy buena. Nunca estuve involucrada en sumarios de ningún tipo. No puedo decir lo mismo de algunos de mis compañeros y por supuesto del señor Perez Bontes; pero la UMAG ante la lealtad y servicio intachable me respondió de la peor manera.

Aguanté muchas humillaciones, por ejemplo recuerdo con dolor una reunión donde expuse situaciones irregulares en marzo del 2019, en dicha ocasión participó muy groseramente el señor vicerrector de Vinculación con el Medio, Manuel Manriquez Figueroa, a quien, con documentos en mano le pedí transparentar los dineros y criterios utilizados para la administración del conservatorio. Cabe señalar que mi situación en el establecimiento era de lo peor, mis conciertos y presentaciones enmarcados en actividades de la UMAG no eran pagados, menos considerados en mis honorarios, no contaba ni siquiera con financiamiento de transporte, me llenaban los cupos de estudiantes y no me dejaban horas para hacer planificaciones (eso corría por mi cuenta, igual que los conciertos y presentaciones), algo que no le sucedía al resto de mis compañeros. No se me pagó jamás vacaciones, ofrecí realizar algunos talleres en verano para tener sustento en esos meses y se me negó, por eso fue grande mi sorpresa cuando descubrí que una persona si contaba con ese beneficio o que otra con solo tres estudiantes a su cargo, recibía una suma elevadísima de dinero que superaba los 800 mil pesos.

Quiero agradecer públicamente a mi familia y todas las personas que han presentado su apoyo ante esta irreparable situación, principalmente agradecer a mi hermano, Javier Contreras, a quien admiro y quiero profundamente, a mis padres, a mis estudiantes que me alegran el día y a un compañero de trabajo, el único que me ha llamado y se ha preocupado constantemente de mi estado emocional después de lo acontecido en el conservatorio, Sergio Ojeda Reyes, el maestro de percusión del conservatorio, quien es un músico y persona excepcional. También Nancy, la secretaria del conservatorio, quien ha tenido la sutileza de llamarme en dos o tres ocasiones y se lo agradezco.

Finalmente, espero que Claudia Uribe logre la justicia que merece. Sé que ella ha sido víctima del constante acoso laboral a manos de Sergio Pérez Bontes y lo ha denunciado y no se en qué termine esto, pero espero un cambio y que si ella sigue ahí, no sufra más esas aberraciones. Sobre todo ahora, que es la única mujer docente en el conservatorio”.

La huella de discriminación y acciones cuestionables

Escribir esta nota llevó bastante tiempo, debido a la larga lista de acciones ininteligibles que denunciaron las profesoras desvinculadas del Conservatorio de Música de la Umag. Cada una de ellas debidamente respaldada por documentos que dejan en evidencia las oscuras maniobras que encabezó el ex director Sergio Pérez Bontes.

Este último fue elegido director por sus colegas el año 2003, no entró por concurso. Antes de eso se desempeñaba como profesor de piano inicial. El 2004 no autorizó aumentar las diez horas de clases que tenía la profesora Ariela Caripán González, limitando la posibilidad de entregar a la comunidad otros servicios que aumentarían además el ingreso de nuevos estudiantes, aunque benefició a los docentes más cercanos a él, otorgándoles mayor cantidad de horas.

Durante el período en que Pérez Bontes fue director los intercambios musicales a otras ciudades que antaño se venían realizando fueron un beneficio para los profesores que él elegía, incluido él mismo. Bajo su administración se dejó de realizar actualizaciones muy necesarias en el área musical.

Una de las denuncias más graves es que desde el año 2003 y por muchos años, Sergio Pérez Bontes trabajó paralelamente con horario completo en la UMAG y en el Colegio Británico. Una situación que actualmente se investiga.

En el año 2016 la profesora Ariela Caripán González se entrevistó con José Maripani Maripani, actual miembro de la Honorable Junta Directiva de la Umag, para plantearle las irregularidades observadas, ya que nunca se supo de una supervisión a las funciones de Pérez Bontes durante años, a lo que este respondió que dicho director estaba a cargo por completo del Conservatorio, porque la jefatura de la institución había depositado su plena  confianza en él. Vale decir que las peticiones de los profesores del Conservatorio que involucraban presupuesto monetario, debían ser gestionadas directamente con él, pero su respuesta siempre apuntaba que la Universidad no contaba con recursos.

La misma semana que la docente Caripán González acudió a la entrevista, los encargados de Finanzas se apersonaron al Conservatorio a conversar con el director Pérez Bontes para investigar en qué se invertían los fondos que eran asignados mensualmente al establecimiento. Sin embargo, todo continuó igual.

Múltiples ideas para el mejoramiento del quehacer musical del Conservatorio fueron presentadas por las docentes, pero solamente recibieron como respuesta: “podría ser”. Se trataba de propuestas que implicaban un bajo presupuesto, pero que incrementarían la carga horaria.

El tema de la invisibilización fue grave en el caso de la docente Karina Contreras Galindo, quien además de enseñar piano durante siete años en el Conservatorio, es ex alumna de dicho plantel. Cuando ingresó a hacer clases se le pidió una foto y sus antecedentes curriculares. Sin embargo, nunca apareció en el sitio web del establecimiento (actualmente dicha página aparece como no disponible), ni en la sección de ex alumnos, ni en la sección de docentes. Situación que era distinta para otros miembros del cuerpo docente que incluso llegaron después que Contreras Galindo. Cuya imagen se omitió de todas las instancias de difusión, incluidas Redes Sociales y hasta las fotografías regadas por el conservatorio, omisión que también afectó a sus alumnas. Tampoco se relevó sus numerosos premios por interpretación, composición, conciertos y actividades culturales.

Las docentes desvinculadas relataron que Sergio Pérez Bontes fue contratado como director de la Orquesta Municipal de Punta Arenas el año 2018 (cargo que aún desempeña), al mismo tiempo que trabajaba como director y profesor de piano del Conservatorio UMAG. Para cubrir los puestos de los instrumentistas de la nueva formación, invitó a los alumnos de la Orquesta Sinfónica de la Umag (Conservatorio), no considerando los días de ensayo previamente fijados con dicha casa de estudios, provocando topes entre las dos orquestas. Junto con ello, se dedicó a enemistar a los estudiantes con el director de la orquesta del Conservatorio, Ricardo Colima Acuña, llegando al extremo de que una de las estudiantes que él “se llevó” recibió la Beca al Mérito Cultural de la UMAG.

Las becas para estudiar en el Conservatorio eran decididas exclusivamente por el mismo director, pero algunos estudiantes que presentaban una situación social vulnerable no pudieron acceder a este beneficio o solamente en un bajo porcentaje y, por el contario, otros estudiantes que no presentaban problemas económicos eran beneficiados con el 100%.

Sumado a todo lo anterior, para cubrir las plazas que quedaron vacantes tras la desvinculación de las profesoras, Pérez Bontes organizó un concurso que duró 24 horas, para el que no utilizó la plataforma oficial de la UMAG, sino que usó una de carácter particular, que se enfoca en todo tipo de trabajos, relativamente conocida. Después de tomar la decisión de qué perfiles iba a contratar no informó al resto de los participantes sobre los resultados del concurso y cuáles fueron las razones para no calificar.

Sin embargo, resulta inexplicable que para enseñar piano contrató a un ex alumno que no tenía la suficiente experiencia, en comparación con otros profesionales que postularon, o que en Teoría musical contrató a un funcionario de la UMAG que no cubría las bases del concurso y que luego renunció dentro de la primera semana de trabajo. Finalmente, le entregó este cargo al profesor contratado para enseñar piano. Se desconoce si el segundo seleccionado en el concurso no estaba disponible para haber asumido, pues como se explicó anteriormente los resultados no fueron transparentados.

Respecto de todos los hechos anteriormente enunciados, abundan las preguntas y misterios sin resolver ¿Cómo fue que todas estas irregularidades ocurrieron a espaldas de la plana máxima de la Universidad de Magallanes? ¿Por qué no se prestó atención a los reclamos expuestos por las profesoras Caripán González y Contreras Galindo? ¿Hubo en todas estas acciones un plan sistemático por discriminar a docentes del género femenino? ¿Qué estatus tan alto permitió al ex director del Conservatorio, Sergio Pérez Bontes accionar sin ningún tipo de control? Y lo que resulta inhumano ¿Qué tipo de establecimiento dependiente de una Universidad Estatal es el que despide a tres profesoras en plena pandemia?

Tu aldea solicitó una entrevista con el rector de la Umag, Juan Oyarzo Pérez, para obtener la versión institucional de primera fuente, ante las denuncias descritas en esta nota, pero no obtuvo ninguna respuesta de su parte.

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