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Tomás M. Marzan: “Aquí, en el abandono, también crecen flores, hay humedad de vida”

Hace algunos días comenzó a circular Abandono, la obra de Tomás M. Marzan que reúne trece poemas, seis piezas musicales para piano y un set de fotografías que grafican cómo los objetos se quedan detenidos en el tiempo, olvidados a su antojo. 

Adentrarse en el follaje de esta obra representa para quien lo decida un camino hacia un lugar interior, cuyas presencias parecen hablar por el autor y viceversa. En el poema III es casi imposible no conmoverse ante la transcripción innegable de un llamado proveniente del alma: “Como crecer entre latas y peces / Como navegar entre vientos y fierros / Como respirar entre la sal y la lluvia / Como morir entre el agua y el fuego”.

Tu Aldea conversó con Tomás sobre su historia, cómo inició su camino en el arte y algunos aspectos que confluyen en Abandono. Esto es lo que nos contó.

“Comencé a interesarme por los instrumentos musicales a muy temprana a edad y gracias a mis hermanos pude escuchar música de muchos géneros. La creación siempre estuvo en mí desde muy pequeño, pero a partir de los 13 años empecé a componer y grabar mi música”, indicó, explicando que su primer lanzamiento musical, disponible en YouTube bajo el título “Adenos – Días de niñez” (2014) reúne varias canciones de ese periodo. Paralelo a sus proyectos personales compuso y grabó un total de 40 canciones para la Sociedad Tolkien Magallanes de uso interno y para diversos eventos, lo que incluye música para dos obras de teatro celebradas durante las Ferias Medievales, las cuales también escribió junto a dos compañeras de esa agrupación. 

“En mi periodo universitario fui baterista de la agrupación de Jazz Carne Extraña y de la banda de Death Metal Melódico Mindpath. Fue cuando empecé a interesarme particularmente en el piano y cuando comenzaron mis estudios formales en dicho instrumento, sin embargo fue hasta que tuve 22 años que empecé a estudiar con toda propiedad bajo la enseñanza de Karina Contreras, quien ha sido mi maestra de piano y composición desde entonces”, comentó.

Tomas M. Marzan ha compuesto ocho estudios para piano, de los cuales seis se encuentran en la obra Abandono. Paralelo a esto ha compuesto y grabado 22 canciones de carácter popular, algunas de ellas disponibles en su bandcamp (https://programdata.bandcamp.com/) y en su cuenta de instagram (@tomammarzan). Hasta la fecha ha compuesto y grabado 96 piezas musicales que abarcan música popular y música docta. 

“Paralelo a esto me he desempeñado como cineasta, que es la carrera que estudié y no terminé y he participado en más de 60 proyectos, que abarcan cortometrajes y largometrajes tanto de ficción como documental, desempeñándome particularmente en la Dirección de Fotografía, pero también en cada una de las áreas que compone el cine”, dijo a Tu Aldea, en tanto destacó el largometraje “La Señorita Julia” en el que se desempeñó como director audiovisual y el largometraje “Cacique Mulato” en el que cumplió el rol de director de fotografía. Algunos de sus trabajos están disponibles en la cuenta de youtube Tomas M. Marzan Films & Arts.

Asimismo, ha trabajado como forjador desde los 14 años, formalizando estudios en dicha área los años 2016 y 2022. El año 2020 comenzó a sacar fotografías análogas, a revelarlas y digitalizarlas en casa, lo que le ha permitido integrar ese arte a su quehacer. 

Tomás, cuéntanos ¿cómo surgió la idea de Abandono? ¿De qué se trata y en qué te inspiraste?

“Cuando empecé a sacar fotografías análogas empecé a recorrer las calles y me percaté de que hay muchas cosas abandonadas por todos los sitios. La mayoría son autos, luego siguen las casas, muchas no porque no haya gente viviendo en ellas, sino porque hay abandono en la pintura, los tejados, las ventanas y así me percaté de que había pequeñas células de abandono por todos los sitios, en el pavimento trizado, en los zapatos corroídos de andar, las ropas gastadas y finalmente en la gente ¿Cuánto he abandonado en mi vida? ¿Cuánto quedó en el camino? Cuánto fue revelador y transformador en su momento y luego quedó varado en una infinita playa de arena, en el olvido.

Las fotografías, que para mí son unidades poéticas de la vida misma, me llevaron a la escritura de estas sensaciones en versos y estrofas. Finalmente las hilé por medio de la música, mis pequeñas obras abandonadas en el tiempo, pues fueron escritas entre el 2014 y el 2020.  Esta obra es un recorrido por una serie de reflexiones en torno a diversos estados del abandono, por medio de un viaje que se origina en la oscuridad de la mente, siendo esto símbolo de todo lo que percibimos y queda del otro lado del umbral de la conciencia. El nacer, en un sitio aparentemente abandonado como lo es Magallanes, enfrentarse al poderío implacable de las imágenes del destino, y arribar a la conclusión final, que está simbolizada en la fotografía de un auto abandonado en cuyo interior crecen flores. Aquí, en el abandono, también crecen flores, hay humedad de vida. Aquello que la conciencia ignora, aquello que pasa por alto, todo lo que se vuelve olvido, o una emoción frustrada sigue allí, creciendo y desarrollándose por sí misma, aguardando el momento de germinar”.

En otro orden de cosas, dinos ¿cuál crees que es el rol de un artista en los tiempos actuales?

“Sinceramente creo que no existe un rol en particular que un artista debiese cumplir. Cada artista cumple con un rol sea o no consciente de él y ejerce sobre la cultura una influencia, sea esta positiva o negativa. El arte es una expresión, por lo tanto está íntimamente conectada a la naturaleza humana y creo que crear normas en torno a ello es peligroso y dañino. Creo en la transformación natural de la consciencia humana y me parece el camino adecuado. 

Cada artista cumple un rol único y particular. En mi caso, percibo que mi rol tiene que ver principalmente con la sinceridad. Ser sincero con uno mismo, aferrarse a la verdad y no mentirse es muy importante. Es muy fácil caer en creer ser algo que no se es. Muchas personas que les llama la atención el arte y comienzan a ser creadores de contenido comienzan a fabricarse de una persona que representan, lo que pretenden vender. Termina generándose un culto a la persona que aborrezco. En mi opinión cualquier culto a la personalidad es peligroso y profundamente dañino, sea cual sea el medio en el que se manifieste, lamentablemente, suele ocurrir dentro de la política y el arte. En fin, ese tema da para una discusión aparte. 

Otro rol que cultivo como artista es el de la sensibilidad. Un bebé nace sensible, sin embargo la pesada tarea de la consciencia le ocupa muchísimo tiempo en la vida, y toma el riesgo de abandonar la atención que merece la sensibilidad. Me he percatado de que ser artista no implica que el autor tenga un interés en la sensibilidad. Muchos artistas de gran popularidad tienen una cercana afinidad con la persuasión y los negocios, más que un interés genuino y sublime por lo sensible.

Por último, otro rol que me interesa muchísimo es el del oficio. Tengo un profundo respeto por el trabajo realizado con dedicación, compromiso, respeto y amor. El arte implica tener un oficio, y mientras más se desarrollen las habilidades asociadas a esa labor mayor será el alcance exploratorio de la sensibilidad ¡Tanto nos falta como humanidad entender acerca de nosotros mismos! Por ello este punto es extremadamente importante. Las obras artísticas son verdaderos avances en la comprensión de nosotros como especie tanto en lo social como lo íntimo.

Cada paso es importante. Es por ello que tardé siete años en escribir los diez minutos de música que hay en este disco. Cada nota fue colocada con el estudioso trabajo de la música y fue esculpida con el implacable avance del tiempo”.

Lo anterior se puede sentir al escuchar el disco, que literalmente cruza umbrales como una tropa resonante. Podríamos situar su sonido en algún lugar de la Patagonia, pero de lo que no cabe duda es que se sitúa aquí.

“Entre el tiempo de un adulto y de un niño,

que se deslizan y se desprenden,

el uno al otro,

jalando de una cuerda finita,

próxima a su fin, allá

en el acantilado de las nubes”.

(Extracto de poema III – Tomas M. Marzan)

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