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Lilit Herrera Contreras: “Quiero abrir, a través de la escritura, una posibilidad de existencia que implique la enunciación propia”

Lilit Herrera Contreras (Valparaíso) es activista trans y escritora, con una capacidad oratoria que sobrecoge y acapara la atención de inmediato. En conversación con Tu aldea recordó que siempre anidó la pulsión o el deseo de contar historias. En principio eran una mezcla entre ficción y su propia vida. Ella solía leer Icarito (en papel), que contenía relatos históricos como el Combate Naval de Iquique, por ejemplo. Mientras los leía, se imaginaba viviendo dentro de ellos.

Sonríe al recordar que su papá la llevaba al estadio, para ver los partidos de su equipo favorito (Santiago Wanderers), entonces ella se imaginaba en Pompeya, en plena erupción del volcán Vesubio (1962). Por esa necesidad de contar historias empezó a dibujar y posteriormente a escribir, pero se dio cuenta que podía ejercer la escritura con un estilo único y particular que la dejara satisfecha a sí misma, más allá de gustarle a otras personas, pero de a poco sus textos comenzaron a gustarle a más personas, entonces sintió que tal vez debía hacer algo con todo eso.

Durante mucho tiempo escribió cuentos e intentó hacer una novela, pero no confiaba mucho en ella misma y desechaba los textos. Finalmente surgió el poemario Lulú (2016) y luego El transcidio de Lulú (2018). Este último, como una forma de complementar el primero, ya que sentía que le habían quedado cosas pendientes que decir. En tanto que ese mismo año publicó Una noche junto a Cenicienta (cuentos). Ella agradece la inspiración de haber leído a otras compañeras travestis, ya que eso la convenció de que también podía escribir.

A continuación la entrevista, realizada entre febrero y marzo de 2021.

¿Cómo te defines en la vida?

“Un ser que está siendo todo el tiempo”.

¿Quiénes te inspiraron?

Claudia Rodríguez, Susy Shock y mi amiga Rosa Alcayaga.

¿Qué tema o temas abordas en la escritura?

Me quedé pensando en la pregunta, porque creo que son todos los temas que algunos cuerpos pueden vivir de manera pública y otros cuerpos tenemos que vivir de manera privada. Es poder poner en esa esfera de lo público, a propósito de esta división arbitraria, producto de la colonización entre lo público y privado, que en realidad tal cosa es una ficción. Existe, pero es una ficción y por lo tanto se puede desmontar y yo creo que una de las maneras de desmontarlo, es poner ese mundo público en la esfera privada y en esa esfera privada entramos todos los cuerpos, todas las identidades, expresiones, existencias, que se nos ha negado, desde la colonización, la posibilidad de enunciarnos y de existir. Yo creo que es eso: existir. Quiero abrir, a través de la escritura una posibilidad de existencia que implique la enunciación propia. Como dijo Claudia Rodríguez en su Manifiesto Horrorista: ‘hay que pensarse’. El horrorismo se trata de pensarse antes de que te piensen y yo creo que en esta escritura, cuando se pone en público esta esfera arbitrariamente de lo privado, de cuerpos, de deseos, de experiencias que parece que no se puede compartir en eso que le han llamado ‘lo público’, es que una dice: ‘pensémonos antes de que nos piensen, hablemos de nosotres, de nosotras y de nosotros antes de que otros hablen o, que otros siempre sean los que hablen por nosotras, nosotros y nosotres”.

¡Qué interesante lo que explicas! O sea ¿Escribir te ayuda a existir?

“Sí, definitivamente. Es un acto de arrebatarles esa propiedad de la lengua que nos negaron. Nos negaron la posibilidad de la lengua, a través de esa persecución que lleva más de quinientos años, porque Colón llegó el 12 de octubre de 1492. Hace más de quinientos años fijaron propiedad privada sobre la lengua, sobre su lengua. Una lengua que no nos iba a nombrar y entonces de pronto nosotras, nosotros y nosotres lo que hacemos es usar esa lengua, transformar esa lengua, remoldearla, volverla una lengua monstruosa, filosa, para empezar a percibirnos, para existir”.

Inmediatamente me surge la interrogante: ¿Hay en tu escritura una reivindicación social? ¿Cómo conversa tu obra con el acontecer social?

“Ay, yo no sé si decirle reivindicación. Hay palabras que están tan llenas de contenido y tan politizadas y por lo mismo se vuelven tan superficiales a veces. No sé si sea reivindicación la palabra y menos social, no sé, no sé. Creo que hay una necesidad por existir y por comernos, devorarnos, por estar, o sea, por presenciarnos y hacer que nos presencien, por pensarnos antes que nos piensen. Es la autodeterminación que nos quitaron y que estamos recuperando con un montón de muertos, muertas y muertes en las calles”.

Entiendo lo que dices de las connotaciones de algunas palabras y a la vez me surge otra pregunta, a raíz del concepto ‘politizar’. Es que cuando te escucho siento que hay política en lo que dices, una que es fresca, pero que es, existe. Bueno, la pregunta es: ¿Qué es lo no político? O ¿Qué entra en ese espacio?

“Oh, no sé si exista lo no político. No me detendría en eso. Lo que sí creo es que siempre se nos dice que hay una forma de hacer la política. Es decir, una forma de ocupar el espacio público y esto es de manera seria y heterosexual”.

Hablemos de tu libro El Transcidio de Lulú. Al comenzar a leerlo da la sensación de estar recorriendo la historia no oficial de Chile y de Latinoamérica y ahí surge la invasión violenta de la iglesia católica, con todo lo que significó, pero a la luz de lo que percibimos actualmente, pareciera que ya no posee el mismo poder, tampoco el resto de las instituciones. Sin embargo, siguen normando la forma en que vivimos, es como un poder tácito… ¿Qué piensas de eso? ¿Cómo lo vives y lo piensas tú, desde tu modo de pensarte en esta sociedad?

“A pesar de las diferencias que yo pueda tener con sectores de los feminismos radicales, creo que una puede recoger aportaciones de ellas y a mí me hace mucho sentido cuando ellas (pensando en las feministas radicales de la diferencia) sostienen que asistimos a un desorden simbólico patriarcal, más que un orden simbólico, porque el patriarcado lo que hace es desordenar todo, crearnos otra cosa, a partir de ese caos, que es un caos que nace con la violencia, que es su violencia, esa que es de arriba hacia abajo y en ningún caso es un acto de resistencia. Digo esto porque lo que empieza a ocurrir, principalmente en estos territorios con el proceso de conquista-colonización creo que tiene que ver mucho con eso. A partir de esa violencia, de ese desorden simbólico, se nos crean otras realidades. En principio, con la espada del conquistador en nuestros cuellos, también con ciertas negociaciones y con el tiempo ya no hubo más, literalmente, espada del conquistador en nuestros cuellos, porque bastó con que nosotras, nosotros y nosotres, en cuanto comunidades oprimidas, colonizadas, (…) comenzáramos a replicar los valores de esos conquistadores, de la cultura hegemónica que nos pisoteó y aniquiló simbólica y materialmente. En ese sentido, la herencia, por decirlo así, de la iglesia católica no es solo la iglesia católica del estado-nación Chile, a partir de 1800, sino que es más profunda. Tiene que ver, a mi parecer, con la primera llegada de Colón, de allí en adelante. O sea, ¡Son más de quinientos años!, más de quinientos años en que se nos dijo qué era lo correcto y qué no, cuál era el camino a seguir y cuáles eran los caminos a desechar, de los cuáles a escapar, porque si no, el castigo. Entonces creo que están demasiado presentes sus enseñanzas, sus dogmas, dentro de nosotras, nosotros y nosotres, como para que, de un día para el otro simplemente nos sonsaquemos de sus, más que enseñanzas, imposiciones morales. A pesar de que, como tú dices, se esté generando o, en algunos casos, por qué no decirlo, ensanchando una ruptura con el orden hegemónico, a partir, precisamente de que hay toda una deslegitimación institucional. Instituciones destinadas a contener siempre el malestar social. Esto, con mucha fuerza se observa a partir de lo que algunas, algunos y algunes han denominado nuevo ciclo, que habría surgido el 2011, no solo en el estado-nación Chile, sino que a nivel global; pero es una deslegitimación a propósito de que, creo también, ha tenido que existir una ruptura del impuesto contrato sexual. Sin eso, creo que no puede explicarse del todo, por lo menos la crisis institucional, que es una crisis política y social, por sobre todo; pero los valores del orden hegemónico están, por eso es que no solo aún está presente la iglesia católica en nuestros corazones, sino que podemos observar cuestiones como la violencia machista. No tiene que venir Luksic a decirnos que tenemos que odiar a las mujeres, odiar a las travestis, sino que lo hacemos porque es lo que hemos tenido siempre, hemos nacido en ese desorden simbólico patriarcal. Entonces lo interesante es que eso se está fracturando y allí, en los pliegues, en esa fractura, están las potencialidades de poder ir liberándonos de esta influencia de la iglesia católica”.

Una pregunta final: ¿Cómo sobrevive tu voz literaria en una realidad que permanentemente la trata de silenciar?

“Yo creo que ese es siempre un ejercicio colectivo, al menos en mi caso, porque cuando me siento un poco depre sintonizo con otras voces, puedo ir al Youtube y escuchar voces como de Susy Schock, Claudia Rodríguez, mi propia amiga Rosa Alcayaga y, comprenderlas desde ese lugar que, nos cuesta muchas veces, hablar, manifestarnos, a veces nos ponemos cortapisas a propósito de que siempre nos han enseñado a autoboicotearnos. Me preguntaba ahora cuánto de autoboicot no ha habido en estos días también. Yo creo que sí, porque es lo que he aprendido, porque es lo que me han dicho que debo hacer conmigo. Yo creo que identificar el autoboicot es una manera de sobrevivir. Creo que la principal violencia que recibo es la mía propia, contra mí y cuando no la recibo me siento muy bien, cuando no la ejerzo sobre mí me siento dispuesta a explorar otros caminos. Creo que esa es una manera y sintonizando con otras, otros, otres que no necesariamente tenemos que estar en el mismo lugar, en el mismo camino, tener el mismo propósito. No, no así para mí no funciona, creo en las pluralidades”.

La voz de Lilit Herrera Contreras es única, como cada una de las voces que existen en este mundo y hoy la ponemos en altoparlantes, porque nos invita a hacer un viaje, a ratos incómodo, a ratos enternecedor, inquietante y siempre, siempre, un viaje necesario. Finalizamos esta entrevista con uno de sus poemas.

¿QUÉ SOY, MAMÁ?: BIENVENIDOS A LOS MANUALES

En el comité de médicos:

mi cuerpo desperdiga mi orgullo,

adoptado al centro de pupilas panópticas

en el infinito mortuorio.

Bajo mis lisuras,

un mosquito a control remoto

abrasa mis carnes agrietadas,

mordisqueándome la memoria infantil

abrumada, ya, de comerciales televisivos.

Retorno a la infancia del rompecabezas…

Niños acá/ niñas allá.

Separación  biomédica:

-genitalidades  sociales

-línea estática.

Bolas impactando

en la cancha de juego,

en masculinas corporalidades.

Formándose y no transformándose,

tras la carrera del balón.

Galopan briosos,

-resoplando competencia-

hacia la conquista del arco,

atrapados en la vigilancia

 de sus ojos, suspendida

en el centro.

Ay, final insorteable

¿Qué soy, mamá?

El centro se oscurece, asfixiándola

en el ya otro centro.

La copa…

Las “tías” la han descubierto: 5 años bastan.

Yo sí juego con mis compañeros, mamá;

las tías mienten.

Su pequeño brazo casi desprendido

por la fuerza del odio…

-la Tía Susana y su tan dañina fijación-

Yo sí juego con mis compañeros, mamá.

Me oriné: ya viene la Tía Susana.

Yo sí juego con mis compañeros, mamá.

No me alejes de ti.

Si me descubres trenzándome el cabello, te respondo:

son tus extensiones, mis esperanzas

de vestir la ropa de mi padre,

de jugar con mis compañeros, mamá.

Yo sí… juego con ellos,

pero el centro…

Pertenecer a un todo, sin desmembrar…

Yo sí juego con mis compañeros, mamá…

Madre, madre, apiádate de mí,

soy Nina,

no me llames Nicolás.

Soy Nina frente al espejo,

Nina, Nina:

Ya son 13 años.

Una pequeña sombra de pelo

difumina el camino hacia sus labios.

La mancha surgió en brutal capricho,

tejiéndose un vértice amorfo

con cicatrices problemáticas,

tras una lluvia destemplada

en la capa lastimosa de su piel.

Una distinta a la de sus compañeritas:

encendidas,

luminosas,

bañadas en hojuelas y miel.

En algunas de ellas,

la bendición para el sistema:

han aparecido sentenciadoras protuberancias

esculpidas por el advenimiento del ciclo.

Limoncitos en brote

amenazando

con transformar botones en balas.

Provocando impactos dolorosos

y mejillas sonrojadas.

Corre

exhalando recuerdos que demoran en tejerse,

quedando suspendidos en la visión:

los sostenes de su hermana mayor

serpentean primorosos en sus dedos alargados.

Escoge los rosados

y es que sus compañeritas…

Allí

el closet, su aliado

ahí

ahí.

Puertas abiertas

se disponen a sus pensamientos, arbitrariedades y deseos.

Allí están:

aquellos sostenes la envuelven en otra piel.

Es Nina, la compañerita que admira,

desde el rincón extraviado de una sala muy fría,

en un invierno más frío

para quienes no pueden abrigarse con calefacción pagada.

Tantos besos que le daría a su compañerita

ahora frente a sí, en sí;

prendas rosadas

cubriendo su desarrollo interrumpido por capricho genético.

Se pellizca sus pezones

¿Por qué no crecen?

Pero la belleza se le cuela a través de los poros

y le estalla por la garganta.

Es que sus compañeritas…

Nina luce hermosa.

Soy tan linda con el labial, con sostenes rosados

bellos y caen y descubren sus pezones diminutos.

Pero no importa: ella continúa viéndose

más linda que sus compañeritas.

Al despertar de lo que parecía un sueño adolescente,

La enfermera me llevó hasta los conocimientos de un manual:

Tansensual: ser humano (¿?) de exudaciones sensuales, padece de sensualitis

aguditis, causada por el Hanta Virus.

Transgénico: humano ser, de aspectos famélicos y de voz aguda, padece de

protestis aguditis.

Traviata: anti algo…

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Nati

¡guauu! conocí a Lilit este verano, ella me encantó y no sabía que escribía … excelente entrevista , rodearme de escritoras es mi privilegio, tomadas de las manos☆ crecemos.

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