Corría el 2013, cuando me animaba a militar en la disidencia sexual y en el feminismo, en un contexto en dónde no eran cuestiones relevantes para casi nadie. En ese periodo, como una joven idealista, por supuesto quería cambiarlo todo y sentía que junto a mis compañer@s podríamos hacerlo. No obstante, cada negociación, cada muñequeo con otras feministas que solían defender un feminismo de mujeres para mujeres (cis), me fue haciendo comprender que estaba difícil, sumado al propio sectarismo del feminismo marxista al cual pertenecía. A los años después, dejé todas las militancias.
Se hacía necesario un movimiento amplio. Sin embargo, eso no se produjo hasta que algo llamado feminismo del Frente Amplio llegó a instalarse y adueñarse de la Coordinadora Feminista de Valparaíso (ocurrió lo mismo en otros lugares). Con vocerías insufribles y con el sello de Beyoncé, lograron encadenar bien posteriormente con el Mayo Feminista del 2018. Quedando en evidencia, por cierto, su estrategia política de administrar el Estado. O sea, un reformismo capitalista.
No obstante, si bien se le suele catalogar de liberal, yo abiertamente le caracterizo como un feminismo neoliberal. Uno muy preocupado de cuotas en directorios de empresas, que luego son alabadas por gente tan hiper cuiquísimas como Paula Escobar. Es decir, robustecer la maquinaria neoliberal con la promesa de inclusión que llevará al éxito. Una persona exitosa es lo que le hace bien a la sociedad.
Pero no fue solo feminismo neoliberal, sino que disidencia sexual, transformada por cierto en disidencias: identidades no hegemónicas que, por cierto, hasta la fecha cometen brutalidades como llamarnos a votar en el Fraude Constituyente. Disidencia sexual que no diside de nada y que terminó de morirse cuando condenaron, junto a la Ultraderecha, a las compañeras de Las Indetectables. Sin embargo, les llamaré Disidencia Sexual, porque es una marca, como el Feminismo (Neoliberal) que mucho le han dado de comer al actual gobierno, es decir, a la Fachoprogresia.
Quisiera, señalar que Fachoprogresia es un término que tiene por concepto original, el de Fachogresia utilizado por la profesora Leonor Silvestri, para caracterizar a los actuales gobiernos socialdemócratas que, por tales, se comportan igual o peor que las derechas ahora transformadas en fascismos descarados, apoyadas sobre movimientos que apuntan al “avance en derechos”. No obstante, por lo mismo, creo que Fachoprogresia, a mi entender, expresa mucho mejor este fenómeno.
Además de ser todas estas, defensoras de trasnacionales y muy amigas de policías, también tienen en común la gran capacidad para adueñarse e instrumentalizar a una serie de “causas” que tienen resonancia en la sociedad, como lo son precisamente el feminismo (neoliberal) y la disidencia sexual. Por cierto, el movimiento medioambiental es otro punto de apoyo, pero creo que en términos generales feminismo y disidencia han tenido mayor relevancia y réditos.
Han sido este feminismo neoliberal y disidencia sexual también neoliberal, cómplices perfectos para estas fachoprogresias. El ejemplo más cercano es nuestro propio país, pero creo que es aplicable a buena parte del planeta. En el caso de Chile, fueron gravitantes para empujar a Gabriel Boric a la presidencia. Porque al frente estaba el misógino y homolesbotransodiante Kast.
Lo que ha ocurrido hasta la fecha, con este gobierno. Es que, desde sus bastiones feministas y disidentes sexuales, le lavan la cara una y otra vez desde sus lugares. Así tienen a sus influencers que cuentan, algunas estilan pagar seguidores para hacer crecer sus cuentas, y es que en clave neoliberal todo se compra y sirve al momento de mostrar que se es una super influencer. Lindo, amable, le suelen decir a su adorado presidente. El cual es caracterizado por su secta como lo que es: un producto. Porque estas influencers lo son también. Famoso el caso de Antonia Larraín, que además de feminista boricisista, es una “rostro” de, a estas alturas, el “body positive”. Un producto, una marca como el feminismo vacío que enarbolan. Y escriben libros, siendo ellas en si el producto más que el texto.
Lo mismo ocurre con figuras de la disidencia sexual boricisista. El más claro ejemplo es Rodrigo Mallea: una construcción artificial, erigide autoridad de lo no binario. Es su marca, una que tristemente, no le ha sido suficiente para ganar alguna elección.
Evidentemente, ni este feminismo, ni esta disidencia sexual tienen contenido de clase. No les interesa, no es lo que vende. Ell@s son como Shakira, no lloran solo facturan con las marcas feminismo y disidencia sexual, lo cual es del todo conveniente para la Fachoprogresia en el poder. A través de ell@s, aún es posible seguir vendiendo a Boric como “guapo”, “culto”, “sensible”, etc. Ell@s están convencid@s que, como producto de supermercado, importa el cómo luzca para ser consumido.
Sin embargo, el actual flujo conservador con este vuelco al estado policial de facto, podría dificultar que las marcas feminismo y disidencia sexual sigan tan exitosas. De 100 paquetes de feminismo en la góndola, ayer solo se vendieron 10. Baja de ventas que también se sustenta en cuestiones como la cobarde postergación, en voz de la ministra Orellana, de la discusión del aborto libre, mientras que la mesa de trabajo LGBTI gubernamental ha entregado prácticamente nulos avances y medidas concretas. Ni hablar de los presupuestos para implementación de policlínicos para personas trans.
Por cierto, continúan habiendo frases rimbombantes, como el “esto amerita huelga” de la Coordinadora 8M, pero es solo eso, una frase que aún vende, pero no dice nada, salvo que continuarán apoyando no solo al producto Boric, sino que candidaturas de las mismas feministas pro-gobierno que parecieran tener vocerías vitalicias.
La marca feminismo aún da réditos, sino pregúntenle a Denise Rosenthal o a la misma Mon Laferte; pero al igual que a la marca disidencia sexual, ya tienen las horas contadas para seguir vendiendo en pos de vivir de ellas. Pues el actual gobierno de la Fachoprogresia, nos puso en bandeja para la Ultraderecha. Y, entre otras razones, a causa de la superficialidad sin ningún contenido de un feminismo y una disidencia sexual carentes de experiencia de clase, han hecho que la lucha por acabar con la opresión en contra de las mujeres, y la violencia en contra de disidencias sexo genéricas, sean percibidas como una cuestión elitista, y por ende, enemigas del pueblo que poco a poco, está afilando la guillotina.
Fotografía: Ig @sh.vetss
Lilit Herrera Contreras