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Magallanes y el Hidrógeno… ¿verde?

Recuerdo como si fuera ayer cuando vi por primera vez una turbina eólica en Punta Arenas, allá por los años 90’s. Era una levantada por el Centro de Estudios de Recursos Enérgéticos (CERE) de la Universidad de Magallanes y en ese momento me pareció todo un símbolo del futuro de nuestra región. Hoy ese futuro parece haber llegado, aunque no exactamente como lo imaginaba.

Magallanes tiene un largo historial de industrias en la que se confió para asegurar nuestro porvenir. Primero fue la ganadería, que hoy se encuentra en una situación compleja debido a una larga sequía, que en realidad debiéramos llamar “desertificación”. Después fue el petróleo y el gas natural, en torno al cual se levantó la Empresa Nacional del Petróleo (ENAP), para dar paso después a privados. Le siguió la explotación maderera con la cuestionada empresa Trillium, que se fue dejando una montaña de chips en Bahía Catalina que terminó consumida por el fuego. También la minería del carbón por la empresa estatal COCAR, que dejó una enorme cicatriz a orillas del Seno Otway, y por la Minera Isla Riesco, que debió cerrar por decisión del Tribunal Ambiental de Valdivia. Y la Salmonicultura, que proporciona miles de puestos de trabajo pero que ha ocasionado graves daños a los ecosistemas marinos de la Reserva Nacional Kawesqar y del Parque Nacional “Alberto María de Agostini”.

Hoy presenciamos el desembarco de una industria nueva, en la que se están cifrando muchas expectativas: el Hidrógeno Verde. Promocionado como un combustible que ayuda a combatir el Cambio Climático, al reemplazar las emisiones de dióxido de carbono de los autos por el inofensivo vapor de agua, tiene sin embargo un proceso de elaboración que debe examinarse con detención, más aún cuando se ha dicho que Magallanes podría proporcionar el 13% de la demanda mundial. El alcanzar esa meta implicaría convertir a gran parte de la estepa magallánica en un parque industrial, no solo con la instalación de miles de generadores eólicos sino también con la construcción de caminos y el tendido de una gran red eléctrica. Y también está el tema del uso de agua de mar, que produce una salmuera que si es devuelta aniquila la vida marina. Los terrenos que se usarían no solo son propiedad de ganaderos. También son parte de un gran ecosistema estepárico, en donde llegan miles de aves migratorias, incluidas algunas en peligro de extinción. Ya un proyecto de parque eólico que pretendía instalarse en Río Verde, “Faro del Sur”, fue rechazado por la autoridad ambiental ante el enojo del empresariado. Y en el aspecto social, tanto el Consejo Regional como la Cámara de la Construcción ya han expresado su preocupación por el aumento de población que traería esta industria, estimada en un 36% y para la cual nuestra región claramente no está preparada. 

El gran despliegue publicitario y de relaciones públicas del que estamos siendo testigos, que incluye la participación de la marca de autos de lujo Porsche, no nos deja ver algo importante: esta industria no abastecerá a los magallánicos, sino a un mercado europeo desesperado por desligarse del petróleo y gas ruso. Pero sustituir los hidrocarburos por hidrógeno no es una solución real al Cambio Climático. En el reciente Congreso del Futuro celebrado en Magallanes las científicas Katrina Johnston y Catriona McKinnon dijeron textualmente: “Antes de pensar en soluciones tecnológicas que se esfuerzan por aumentar las comodidades de la humanidad, hay que disminuirlas y empezar cuanto antes a enfriar el planeta.” También la Ciencia se ha pronunciado, mediante una carta pública dirigida al presidente Gabriel Boric firmada por un centenar de investigadores y activistas medioambientales. 

Una información preocupante ha sido publicada por National Geographic hace unos días. Se trata de una investigación de un equipo de investigadores de la Universidad de Princeton y la Asociación Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), que arroja una posibilidad inquietante: que las fugas de hidrógeno que inevitablemente se producirán podrían afectar a la degradación del Metano ya presente en la atmósfera. ¿Qué significa esto? Que el Metano, gas 80 veces más potente que el Dióxido de Carbono en cuanto a provocar el Efecto Invernadero, permanecerá más tiempo en el aire. Y esto podría empeorar significativamente el Cambio Climático y terminar de enterrar cualquier esperanza de controlar sus efectos. Pero nada de esto se está publicando en la prensa nacional y regional.

Me pregunto entonces: ¿la instalación masiva de una industria para producir, almacenar y transportar un nuevo tipo de combustible es lo que realmente necesita este planeta? ¿O esta es solo una gran operación para tercerizar el sostenimiento del modo de vida europeo? En unos años más sabremos si este era el porvenir de Magallanes o solo una industria promisoria más.

Publicado originalmente en Radio Camelot, Pta. Arenas.

Fotografías de Rafael Cheuquelaf Bradasic

Rafael Cheuquelaf Bradasic
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Periodista, fotógrafo e integrante del dúo electrónico magallánico LLUVIA ÁCIDA. Encargado de Artes y Culturas de la Universidad de Magallanes.

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