Vengan, vengan. Están todos invitados.
Traigan sus mejores sonrisas.
Traigan sus bolsillos vacíos.
Vengan al púlpito de la locura. Vengan al templo de la sinrazón. Profieran gritos llenos de obscenidades. Blasfemen sobre las iglesias.
Vengan ligeros de equipaje.
Soy el que se volvió loco cuando el amor me mutiló el corazón a puro engaño y dolor.
Soy el que se volvió loco cuando me arrebataron el hijo de mis entrañas florecidas.
Soy el que se volvió loco porque no pude encajar en ningún lugar, todos me rechazaban.
Soy el que se volvió loco por el ácido, la morfina, la metanfetamina, el Romilar, el Desbutal, el Diazepam.
Soy el loco de atar.
El mundo que habito no tiene reglas ni normas.
El mundo que habito existe fuera de sus convenciones.
El mundo que habito no tiene etiquetas, sólo las de los remedios.
El mundo que habito no tiene fronteras.
Yo habría deseado quedarme loco instantáneamente. Abrir los ojos y estar loco.
El tránsito a la locura es doloroso. Ver como se te van escapando las ideas y la vida.
Saber que este camino es sólo de ida.
Aquí nadie juzga a los demás. Sólo los siquiatras. Pero nosotros hacemos como que le hacemos caso.
Los siquiatras están más locos que nosotros.
Pero ¿qué es la locura? ¿Quiénes son los verdaderos locos?
Si un cuerdo cae en un país de locos lo mandan al manicomio. Si un loco cae en un país de cuerdos lo mandan al manicomio. Si un cuerdo cae en un país de cuerdos lo mandan al congreso. Si un loco cae a un país de locos lo mandan a estudiar arte.
Los cuerdos hacen la guerra. Los cuerdos inventan las armas. Los cuerdos roban el agua. Los cuerdos contaminan el aire, envenenan las ciudades. Los cuerdos imparten justicia. Los cuerdos matan a sus esposas, violan a sus niños, asesinan a sus perros, queman los bosques, ensucian el mar. Los cuerdos caminan todo el día hablando por celular. Los cuerdos fuman, toman, besan y abrazan.
Una limosna por favor para este mal del chape. Una limosnita para este cucú. Una limosna para este cabeza de chorlito. Un pesito para este caga´o de la cabeza.
Me perdí un día dentro de mí mismo, corrí detrás de mis pensamientos que iban más rápido que el sol.
Me escondí tan adentro de mis huesos que ya no sé volver a mi casa, mi cama, mi hogar.
Me alejé tan rápido de mis temores que escucho mil voces y no sé cuál es la mía… sé que me debes ver diferente. Sé que quizás a veces te doy miedo. Es probable que te produzca rechazo. A lo mejor ya no soy el que era. Pero sigo aquí.
Mírame. Estoy aquí. Aquí adentro estoy, no me he marchado.
Siénteme.
Imagen: escena de la película Hombre mirando al sudeste, de Eliseo Subiela.
Mauricio Guichapany
Actor y dramaturgo chileno.