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Crónica de un día ordinario

Hoy como todos los días

desperté cuando un pájaro llegó a cantar en el árbol que creció frente a mi ventana.

Después de la ducha y el desayuno me fui a trabajar.

Caminé por las anchas avenidas como un hombre libre.

El cielo como siempre estaba cargado de nubes.

Me fui pensando en que quizás hoy sí iba a llover.

Como todos los días saqué de mi bolsillo una rosa y el señor del kiosco me pasó el diario.

En la esquina de mi trabajo ya estaban los vendedores ambulantes

vendiendo palabras sabias.

Y como siempre les compré una.

Me dijeron: “Ser tierno no es ser débil, sino todo lo contrario”.

Llegué a la oficina, saludé a mis colegas con una sonrisa.

Es que hoy a la hora del desayuno me tocó ordeñar a Griselda,

la vaca que la empresa adjudicó para nosotros.

Fue un día sin sobresaltos.

En la pausa saludable nos tiramos en Benji durante 15 minutos.

Y al momento de la terapia colectiva nos insultamos amorosamente

durante otros 15 minutos.

A la salida del trabajo me fui a comprar un paraguas,

porque quizás hoy sí iba a llover.

Pasé al supermercado a comprar mi ración de oxígeno

y medio kilo de recuerdos congelados.

Y como todos los días miré con ternura a la cajera

y le pagué con tres rosas y me marché.

Camino a casa me cayó una gota en la mejilla,

pero no era de lluvia,

como siempre era una lágrima lenta de un suicida.

De pronto sucedió algo extraordinario.

Pasó frente a mí una persona,

con total impunidad,

hablando por celular.

Fue asombroso, casi irreal.

Me subí a la carroza tirada por unicornios

y el conductor me habló de que sabía dónde estaba el tesoro de los Nibelungos

y de que pronto se abría la temporada de caza de dragones.

Le pagué con la última rosa que me quedaba

y en la esquina de mi casa, a un niño que vendía gramos de oxígeno, le regalé mi paraguas.

Escribió en su libreta:

“Muchas gracias, señor”.

Le tomé su mentón y le dije:

“Niño, ser tierno no es ser débil, sino todo lo contrario.”

Ahora acostado en mi hamaca no puedo conciliar el sueño.

Ese hombre hablando por celular me dejó perplejo.

Creo que para poder dormir descongelaré algunos recuerdos.

Fotografía: Sabbaar Khan

Mauricio Guichapany
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Actor y dramaturgo chileno.

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