Hacer teatro es como sentarse a comer un rico plato de comida. Saborear cada ingrediente que te llevas a la boca. Disfrutar de lo dulce y de lo amargo. Saber desde un principio que al terminar querrás servirte otro plato.
Hacer teatro es vestirse cada día con ropa nueva, sacar a pasear nuestra sonrisa y nuestras penas, es abrazar en ese momento a los que han marchado, es un ritual de sanación por tantos postergados.
En el teatro nuestra voz habla por muchas voces, la palabra es la escritura de la memoria, aquí se denuncia y se celebra, vamos en este océano sobre nuestro navíos desplegando las velas.
Con el teatro nos llenamos de hermanas y de hermanos, somos cómplices y secuaces, anónimos y clandestinos, bondadosos y villanos. Aquí confluyen todos los idiomas y todas las razas, el teatro es un suceso humano.
Desde mi oscuridad en el teatro siento la luz, siento los focos en mi cara y siento sobre mi cuerpo muchas miradas. Salgo de las sombras a estampar en el escenario la verdad de mi silueta. Salgo con la seguridad de haber caminado sobre sus tablas, de haber apoyado mi bastón y mis alas. En el teatro reafirmo quien soy, me desnudo para que sepan que mi fragilidad es la que me hace fuerte. Nunca imaginé que mi verdad tuviera tantas versiones, ni que mi búsqueda encontrara tantas razones.
La primera vez que me subí a un escenario, no quería que vieran dentro de mí. Estaba lleno de pájaros negros que volaban en mi pecho, una jauría de lobos me comía los nervios. Cómo explicarle a alguien que no soy masoquista, pero que ese martirio es lo que más quiero.
Mauricio Guichapany
Actor y dramaturgo chileno.