Esta semana tuve el honor de participar en el reconocimiento escolar de una chica que se encuentra transitando de género hace poco. Por la naturaleza de mi labor con las familias que están en estos procesos, concurro a las escuelas con mucho agrado y con el fin de proporcionar seguridad a niñas, niños, niñes, adolescentes y sus familias en temas más bien normativos y de derechos, por lo que voy siempre preparada para que prevalezcan dichos derechos. Debo confesar que quedé gratamente sorprendida por la acogida del grupo humano que acompañará su proceso educativo y de socialización en el establecimiento al cual asiste Lucy Amy, una jovencita de 15 años y me impresionó verificar que cada vez más estamos como sociedad, entendiendo el significado del acompañamiento.
Debo sincerar que esperaba mucha resistencia en esta ocasión, principalmente por las características del colegio y por las experiencias previas en colegios congregacionales. Sin embargo, se hicieron carne en esa reunión el respeto, el acompañamiento emocional y la dignidad para acoger la diferencia.
Y no es que esas personas estuviesen al día con la temática del tránsito de género, muy por el contrario, su breve acercamiento a la realidad transgénero, hace más destacable aun lo que sucedió en esa comunidad educativa para cobijar a Lucy. Tenían lo que nos hace falta a todos y todas para entender la diversidad: empatía, comprensión, ganas de aprender y de acompañar.
¿Qué significa acompañar respetuosamente a la infancia?
Cada vez usamos más este tipo de expresiones para hablar del rol del adulto en la crianza y educación de les niñes. Referirnos a padres y docentes como acompañantes es hacer énfasis en el protagonismo de las niñeces en sus propios procesos de desarrollo. Parece evidente, pero no siempre lo enfocamos de este modo. A menudo tratamos a niños y niñas como si fuesen recipientes que como adultos tenemos que llenar, o cuadernos en blanco a los que debemos dotar de contenido. Sin embargo, no podemos fragmentar o parcelar la constitución del ser de las infancias pues son seres holísticos desde pequeñes.
Leyendo una metáfora hace poco pensaba por ejemplo en las semillas: La semilla de cada planta es diferente a las de las otras. Pero en algo sí coinciden: dentro de cada una está toda la información necesaria, todo el potencial de vida. No hay nada que podamos hacer para cambiar su naturaleza. Lo que podemos hacer es garantizar las condiciones ambientales externas necesarias para que crezcan sanas, ofrecerles cuidados conociendo sus necesidades particulares y específicas.
Es decir que cada semilla es distinta, que cada planta tiene necesidades propias y también su propio ritmo. Eso va a manifestarse de alguna manera en su desarrollo.
Las infancias son como semillas. Nacen con su propia potencialidad, ritmo y necesidades, su propia individualidad… y necesitan condiciones adecuadas para crecer y desarrollarse. Entonces, ese desarrollo debiese ser un proceso interactivo y no impositivo entre les niñes y el mundo adulto. El mundo adulto debe ofrecer acompañamiento como los jardineros cuidan de sus flores. Un jardinero sabe de las diferentes necesidades de cada plantita, aunque todas necesitan tierra, luz y agua para florecer, en el caso de una suculenta, por ejemplo, necesita una cantidad diferente de agua que la que necesitan los lupinos.
Cuando vemos una plantita seca o que presenta un aspecto distinto, nos enfocamos en darle más luz, cambiamos el macetero y vigilamos la cantidad de agua para que no se marchite.
Si aplicamos esta metáfora a la infancia, necesitamos ser las y los jardineros de su florecer sostenido y progresivo.
Acompañar a niños, niñas y niñes, requiere comprender, conocer y (como me enseñó el querido Francisco) asumir. Las buenas intenciones son imprescindibles, pero no suficientes. Es muy importante conocer cómo es ese desarrollo para acompañarlo de manera consciente y responsable. Y es igualmente esencial entender que no existe una sola receta mágica que funcione para todes les niñes, sino que la magia reside precisamente en que cada une necesita algo distinto.
Tenemos una tremenda oportunidad de conocerles y estar a su lado mientras crecen, y además ir aprendiendo de elles, quienes por cierto tienen voz, autonomía y determinación, esa que, en un país tan adulto-céntrico como Chile, se pasa por alto. Les invito a jardinear colectivamente con amor y dar cuidados a nuestras preciosas y variadas semillas que como Lucy Amy, visten de maravillosos colores que emergen con fuerza en este jardín patagónico.
Rossana Grubsić Koren
- Docente.
- Activista por los derechos de la infancia diversa.
- Activista en DDHH y Memoria.
Imperfekt jiuman bin, amateur en ensayo y error, desaprendienta y feminista en búsqueda permanente, subvirtiente catastrófica. También coordinadora ejecutiva de Fundación Selenna Magallanes e integrante de Taller/Colectiva Cueca Sola-> FB: https://www.facebook.com/cuecasolapuntaarenas