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El clavel rojo

José del Carmen Calbucura Paillán

Tu muerte habita en un halo de misterio

Por el remanso de los muertos

Busco por ti atestiguar.

Con respeto me propuse

Excavar en el olvido

En las conciencias de los vivos

Tu historia quiero perpetuar.

Una mañana del 25 de diciembre de 1963, mientras el vecino de Punta Arenas, Urbano Ruiz caminaba por las calles de su sector, divisa, en el prado norte de Avenida Colón, a la altura de Arauco, a una persona semidesnuda con huellas visibles de haber sido atacada. De inmediato da aviso a Carabineros, quienes se presentan en el lugar, encontrándose con el cadáver de un hombre semidesnudo, en posición de cúbito dorsal, con heridas múltiples en el cráneo, en su rostro (profunda herida en el pómulo izquierdo) y lesiones severas en sus órganos genitales, éstas últimas inferidas con arma corto punzante. Sin documentos.

‘El Magallanes’ al respecto informa en su edición del jueves 26 de diciembre de 1963, lo siguiente: “La víctima sólo tenía puesta su camiseta, la camisa y los calcetines stretch. Carabineros dio cuenta al Juez del Crimen, quién ordenó levantar el cadáver y trasladarlo a la morgue, donde se le practicará la autopsia médico legal correspondiente.

El personal de Investigaciones, que cuenta con funcionarios especializados, fueron informados del hecho sólo cuando el cadáver de Calbucura Lupillán se encontraba en la morgue, no pudiendo en consecuencia, tomar una idea cierta de la forma que presentaba el escenario del crimen, si es que ese fue el lugar donde se ultimó al acomodador. Posteriores observaciones permitieron ubicar en el sitio del suceso, la ensangrentada corbata de la víctima y dos piedras de regular tamaño también cubiertas de sangre”.

‘La Prensa Austral’, por su parte informaba lo siguiente: “(…) Inmediatamente se trasladaron al lugar del suceso personal de Carabineros e Investigaciones, para inspeccionar los alrededores donde yacía el cuerpo de Calbucura. Se comprobó que el infortunado obrero tenía parte del cráneo hundido y destrozado y serias heridas en varias partes del cuerpo.

A su lado se hallaban dos inmensas piedras, totalmente ensangrentadas las cuales seguramente, sirvieron de arma para poner término a la existencia del acomodador del Teatro Politeama.

Causó extrañeza que la víctima sólo estuviera vestida con camisa y camiseta y calcetines, que también estaban empapados de sangre” (edición del jueves 26 de diciembre de 1963).

Se encontraba personal de Investigaciones, nuevamente frente a un puzle policial que resolver. 

Lo primero que se trató de dilucidar fueron las horas previas a su trágico encuentro. ‘El Magallanes’ lo presenta así: “(…) Así se pudo comprobar que había estado bebiendo hasta las 23 horas de la víspera de Navidad, en compañía de tres empleados de la Empresa Cinematográfica donde trabajaba. No quiso entrar a la casa de uno de ellos a servirse “el estribo” por encontrarse muy bebido y estar comprometido con su esposa Teolinda Barría Calixto para pasar juntos la Nochebuena. Por ello, sus amigos no insistieron, y lo vieron encaminar sus pasos hacia la población “18 de septiembre” donde en las calles 9 esquina 4, tenía su hogar.

José del Carmen Calbucura Lupillán, no obstante sus buenos deseos, no llegó a su hogar. Lo transcurrido desde el instante en que abandonó a sus amigos y cuándo fue encontrado su cadáver, resulta un verdadero misterio.

Misterio más profundo todavía si se considera que la ubicación del cuerpo inanimado se produjo en dirección diametralmente opuesta a la de su hogar” (26/12/1963).

Posteriormente se pudo dilucidar con mayor precisión sus últimas horas informándolo así ‘El Magallanes’: “(…) En principio, sólo se conocía en detalle lo realizado por Calbucura desde el momento en que dejó su trabajo en el Teatro Politeama hasta la 1 de la noche, cuando se despidió de unos amigos de la misma Empresa, con quiénes había estado bebiendo vino blanco, tinto y hasta cola de mono.

Ahora, positivamente se pudo comprobar que José del Carmen Calbucura fue visto en una de las últimas calles de la Población “18 de Septiembre” tendido cuan largo era, totalmente bebido. Esto, según los testigos, ocurrió más o menos a la una de la madrugada del día 25” (edición del lunes 30 de diciembre de 1963). 

Siguiendo con las últimas horas de Calbucura Paillán, sus correctos apellidos, ‘La Prensa Austral’ informa lo siguiente: “(…) salió de dicho recinto (el Teatro Politeama) poco después de las 21 horas, por cuanto en la noche no se había programado función cinematográfica, con motivo de vísperas de Navidad. Lo acompañaron varios compañeros de trabajo, quienes se trasladaron a diferentes establecimientos que expenden bebidas alcohólicas en el “sector Errázuriz”, para tomarse algunos tragos, con motivo de esta tradicional fiesta.

La gira por el sector se prolongó hasta las 23 horas, Calbucura quedó en la prolongación de la calle Pérez de Arce, población “18 de Septiembre” y el resto se dispersó hacia sus respectivos hogares (…).

Hasta aquí la versión oficial de estos hechos. No se ha podido establecer hacia donde encaminó sus pasos la víctima” (LPA, jueves 26 de diciembre de 1963).

Lamentablemente son pocos los recursos con los que uno dispone para hacerse  una idea clara de cómo era José del Carmen y cómo sucedieron efectivamente los hechos, por lo que toca agarrarse a lo que presenta la prensa, quienes lo describen de la siguiente manera: “(…) era buscado con mucha asiduidad por numerosas jóvenes especialmente del gremio doméstico. Con cada una de ellas salía cuando su trabajo lo permitía y también para cada una tenía palabras de amor y una sonrisa a flor de labios. Era un ‘don Juan’ de tomo y lomo” (El Magallanes, 26/12/1963).

El mismo pasquín en su edición del 28 de diciembre del 63 continúa: “Era cosa sabida que con frecuencia Calbucura se quedaba sin llegar a casa hasta las 4 o 5 de la madrugada, pero jamás en su vida de casado había pernoctado afuera”.

‘La Prensa Austral’, (26/12/63), establece que: “Ha trascendido que Calbucura acostumbraba a frecuentar algunos locales nocturnos donde se expenden bebidas alcohólicas, y que por otra parte el amor era su debilidad”.

Para tratar de aclarar lo sucedido se interrogaron alrededor de 30 personas comprobándose positivamente sus coartadas. Hubo pesquisas en prostíbulos y bajos fondos. Se focalizaron, siguiendo pistas, en la calle 12 de la población ’18 de Septiembre’ donde los detectives se toparon con un muro de concreto, lo clásico, nadie vio ni escuchó nada. 

Al final lo único que está claro es que en el ataque hubo ensañamiento, alevosía y hasta premeditación. Se baraja como hipótesis un crimen pasional.

Algunos de sus familiares, ya pasado el tiempo, se inclinan también por esto último. Según uno de sus hermanos, José del Carmen andaba metido en un triángulo amoroso, es decir, tenía amoríos con una mujer casada (tal como lo insinúa la prensa) relación que lo puede haber llevado a verse envuelto en esta situación… “El amor era su debilidad”.

La víctima, José del Carmen Calbucura Paillán, era empleado de la Empresa Cinematográfica y Teatral, donde cumplía funciones de acomodador, entre otras cosas, en el Teatro Circo Politeama. Nació un 10 de diciembre de 1935 en Calbuco, región de Los Lagos. Tenía 28 años. 

Entre el 24 y 25 de diciembre se exhibieron dos películas en el Politeama: ‘Estoy casado ¡ja! ¡ja!’, comedia estelarizada por Ana Luisa Peluffo, y ‘Al Capone’, la cual se comenzó a proyectar a las 19 horas. Luego Calbucura pasaría a protagonizar su propia historia, con final digno de tragedia griega.

La última vez que sus compañeros de trabajo lo vieron, iba vestido con un vestón gris y un pantalón negro. Portaba una botella de Cinzano y una bolsa con tomates. La tradición oral hasta el día de hoy lo recuerda como el acomodador de un cine, que fue encontrado muerto en la calle y en cuyo cuerpo descansaba un clavel rojo que, al igual que el crimen, continúa siendo un misterio.

Alexander Santander Olate
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Profesor de Historia y Ciencias Sociales.

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