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Una mirada dolorosa, pero necesaria

Hace algunos días me pidieron ser columnista de este nuevo espacio de comunicación virtual. Sin pensarlo dos veces me lancé a esta aventura, aunque nunca he realizado una labor de esta naturaleza, sin embargo acepté porque las buenas iniciativas hay que apoyarlas en la praxis, más aún cuando estas las lideran compañeres de vida. 

Les cuento que soy familiar de seis ejecutados y ejecutadas políticas de la dictadura, del caso llamado Montaje de Rinconada de Maipú, el cual se llevó a cabo en noviembre de 1975 en la ciudad de Santiago. Mucha gente se preguntará qué tiene que ver un suceso acaecido hace tanto tiempo en una ciudad distante del lugar de origen de esta página web. Trataré de  responder con calma, pues para mi es todo un desafío. 

Los integrantes de mi familia asesinados en este periodo son: Alberto Gallardo (mi abuelo), Roberto Gallardo (mi tío), Mónica Pacheco (esposa del tío Roberto, embarazada de 3 meses), Catalina Gallardo  (mi madre), y un año más tarde, también es asesinado Rolando Rodríguez (mi padre). Mi abuelo Alberto, mi tía Mónica y mi madre Catalina, son asesinados en Villa Grimaldi; según testigos la noche de su asesinato es conocida como la peor noche en este centro clandestino de tortura y exterminio. Fueron asesinados cruelmente, pero con mi madre se ensañaron al punto de arrebatarle la vista. No conformes con su asesinato, tuvieron que arrancarle los ojos, para que su mirada no acusara la acción de sus verdugos. El gran delito de mi familia fue enfrentar de manera directa a la Dictadura, porque querían una sociedad justa para toda la población chilena.

Casi 40 años después me enteré del femicidio frustrado de la profesora puntarenense, Carola Barría, a quien su pareja intentó asesinar por una celopatía inexcusable. No logró su cometido, sin embargo cambió la vida de Carola para siempre al dejarla ciega, arrebatándole la mirada. Poco tiempo después Chile entero se vuelve a estremecer con el caso de Nabila Riffo, otra mujer sencilla atacada y mutilada por su ex pareja. El solo ataque a Nabila es un suceso atroz, sin embargo todos quedamos atónitos con el actuar de los fiscales y las defensas, las cuales en más de una oportunidad intentaron justificar el actuar del femicida frustrado con el estilo de vida de Nabila. Más terrible aún es el hecho que la Corte Suprema no estima que este caso sea femicidio frustrado por lo que la pena del criminal queda reducida de 12 a 4 años cárcel. 

A partir de octubre de 2019, Chile es remecido por un valiente grupo de jóvenes estudiantes secundarios, los cuales saltaron los torniquetes del metro, producto del alza de $30 del pasaje escolar. Con su actitud ejemplar logran despertar a un Chile amilanado por el consumo, desatando una revuelta popular que saca a la calle a millones de personas en todo el país, a manifestarse por las injusticias en temas de salud, vivienda, previsión, educación, derechos sexuales y reproductivos, niñez al cuidado del Estado, autonomía del Wallmapu y un largo etc. resumidos en la leyenda: “No eran 30 pesos, son 30 años”, o en el cántico: “Chile Despertó”

La respuesta estatal a este verdadero tsunami de exigencias de transformación es y ha sido, la brutal represión del Estado a manos de sus agentes encargados de mantener el orden público a como dé lugar. Con ello se da paso a una política represiva basada en la mutilación ocular de las y los manifestantes, dentro de los cuales los casos más emblemáticos son los de Fabiola Campillay y Gustavo Gatica, quienes quedan ciegos producto de la represión. 

Todos los casos presentados en esta breve revisión, nos hacen reflexionar sobre el rol del Estado en las violaciones de Derechos Humanos y la violencia patriarcal, que se tocan de manera directa. Ya lo sintetizan de manera magistral el colectivo Las tesis al denunciar: “El patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer (…) Es femicidio. Impunidad para mi asesino. Es la desaparición. Es la violación (…) El estado opresor es un macho violador”.

A modo de conclusión de esta reflexión es que el Estado, a través de todas sus instituciones que deben garantizar el derecho a la vida, la protección, la justicia, entre otras, ha fallado de manera rotunda otorgando impunidad a los agresores, sean estos civiles o sus agentes. 

En el caso de los crímenes de la dictadura y los del presente, se encuentra el mismo principio básico, existe un enemigo interno al cual hay que atacar y el tema de fondo es que las violaciones de DD.HH. en tiempos de Dictadura se produjeron para instalar el actual modelo político, económico y social: el Neoliberalismo; y por su parte, si se han violentado los mismos derechos fundamentales en el presente, ha sido para mantener dicho modelo; el cual como hemos visto, acrecienta la desigualdad entre los más ricos y los más pobres de  este país. 

Termino esta columna rindiendo homenaje a todas y todos quienes han sufrido las violaciones de derechos humanos por parte del Estado y que han sido capaces de seguir avanzando en la lucha por Verdad, Justicia y Dignidad, la cual se sintetiza en las palabras de Gustavo Gatica: “He entregado mis ojos para que Chile pueda ver”.

Beto Rodríguez Gallardo
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  • Integrante y sobreviviente de la familia Gallardo Moreno del caso Montaje Rinconada de Maipú.
  • ✉️ alberod@gmail.com

     

     

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Camila Iribarra

Muy interesante el articulo. El cual por lo demás deja de manifiesto la lesión a nuestro sentido de la visión como un castigo político y además como una medida de disciplinamiento en cuanto a sostener el modelo hegemonico vigente a partir de un control social basado en el control de la información. Te ciego para que no veas a otros, te ciego para que no puedas contar lo que viste, te ciego por que asi controlo lo que puedas ver o no. El trauma ocular es sostenido por organismos internacionales como expresión clara de crimenes de lesa humanidad. El estado de Chile en una de las expresiones de violencia de estado mas crueles de la ultima decada declaro la guerra a su pueblo y sin pensarlo dos veces ataco a sus ojos. Deja la historia la importancia de continuar replicando el conocimiento, de mantenernos unidos para ver por todos/es de encontrar nuevos mecanismos de transparencia y acceso que no solo hacen bien a la democracia sino tambien vela que nunca más la violencia de estado sea el mecanismo de sometimiento de la población.

Ana Marlen Guerra E.

Me parece genial que se produzca este espacio donde podemos dialogar sobre temas que son profundos en nuestra cultura, pero que no tienen cabida en los medios tradicionales. Es aporte la publicación de esta columna tan valiente, es aporte el comentario de Camila y como directora de Tu aldea, me siento esperanzada de todo lo que podemos lograr en la unidad.

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