Esta semana quería escribir sobre La cultura en el mundo de la modernidad líquida, de Zigmunt Bauman. Y bueno, estaba prácticamente listo cuando ocurre el asesinato de un joven malabarista en Panguipulli. No voy a meterme en el contexto ni en análisis de los hechos, porque no quiero caer en la insensibilidad de decir que algo tan obvio debe ser investigado para tener una clara opinión sobre lo que vale la vida de una persona.
Hoy no puedo escribir de otra cosa, no me salen las palabras, no estoy en condiciones de analizar teoría social, ni política. Lo que sucede en Chile hace mucho rato es doloroso y a veces tratamos de no ver noticias, de seguir adelante, de concentrarnos en el futuro pero luego pasa algo así. Algo que nos vuelve a recordar que la crisis institucional y humana por la que atravesamos es profunda y trágica.
Veo la foto del Francisco y en él veo a mis compañeros y compañeras, a mis amigos y conocidos, esos con los que más de alguna vez compartimos un café, una chela o una piscolita. Esos jóvenes que se dedican a hacer malabares, a tocar o cantar en la calles, esos que son marginados porque el arte, la música o la cultura no sólo no es respetada sino que criminalizada. A menos que seas Luis Miguel, porque claro, ser artista quizás no es el problema, el problema es ser un artista pobre.
Veo la foto de Francisco y en él veo a mi pareja, con sus rastas hasta el final de la espalda, con sus ganas de vivir en algún momento de la vida de su arte y para el que el control de identidad ya es costumbre. Siempre hablábamos de eso. Una de las primeras veces que nos juntamos, cuando recién empezábamos a salir lo esperaba indignada porque llegó un par de minutos tarde. Bueno, lo habían sometido justamente a uno de los tantos controles a los que estaba habituado. Un poco entre risas y bajándole el perfil siempre le decía que si andaba conmigo (mujer “clarita” y de apellido extranjero) no lo iban a controlar. Ahora lo recuerdo y pienso: ¡Qué atrocidad!
Siempre he tratado de no ser una persona violenta, por cosas de la vida intento suprimir la rabia para dar paso a la racionalidad e intentar transmitirla, teniendo en cuenta siempre que este es un periodo por el que vamos a pasar y que luego de esto tiene que venir si o si algo mejor. Lo hago porque siento que es mi deber y tengo la responsabilidad de darle esperanza a mis compañeros y compañeras, sobre todo a los más jóvenes. Hoy tengo rabia y pena, y a veces siento que la angustia me supera. Creo que esa sensación es la que hoy embarga a gran parte de la comunidad, o al menos aquellos a los que todavía les queda algo de sensibilidad.
El dolor no sólo apunta al hecho, a la muerte, a la angustia que provoca sentir que el próximo puede ser algún cercano o conocido. El dolor tiene que ver con que pese a la historia reciente de nuestro país, todavía existe un porcentaje importante de la población que relativiza, justifica o trata de “entender” el hecho, so pretexto de objetividad (palabra tan manoseada por lo demás), el asesinato de un ser humano.
Hoy quería escribir sobre la cultura, profundizar en la teoría que tanto me gusta. Quería recomendar un libro y entregar un poquito de lo que sé y me interesa. Pero como dice la canción de Silvio: “quiero cantarte un beso, mas todo se confunde, entre un millón de huesos y derrumbes”.
Hoy quería escribir de la vida, del contexto y del futuro. Pero no pude.
Vanja Rogosich Cvitanic
- Socióloga
- Presidenta Regional Juventud Socialista de Magallanes
Me dió mucha rabia!… Pena…yo no sé si fue a él que en algún momento lo vi hacer su trabajo y me admiré…lo admiré porque no comprendí cómo podía trabajar con sus machetes sin lastimarse…entonces, de mi canasto donde salgo a vender mis productos caseros ( galletas, panes ,granola,etc…todos integrales)…. Y le ofrecí con humildad un paquetito…me miró hermosamente y me dió las gracias por valorar su trabajo…y…saben?… nunca vi que podía ser alguien que hiciera mal…sentir que los uniformados lo atosigaron y molestaron tanto que quiso defenderse con sus herramientas, más no con el ánimo de lastimar …pero los carabineros ( el) sí tenían la intención….y no es la primera vez que ocurre .. porque no son evaluados para portar un arma…no hay test psicológicos que deban rendir…pero si un egresado de instituto…colegio… universidad, deben rendir uno o más para ver si serán seleccionados…y a estos personajes nadie los evalúa… qué pasa con este país?… Al gobierno y sus instituciones NO les interesa el pueblo,sino sólo para lograr sus objetivos…