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Feminismo: La lucha es de género, clase, raza y orientación sexual

Que el 8M nos recuerde la gran marcha de trabajadoras textiles quienes el 8 de marzo de 1857 marcharon sobre las calles y barrios de Nueva York en protesta ante las condiciones de explotación laboral a la cual se encontraban expuestas, sumado a ello una creciente demanda por el derecho a sufragar, ya que anterior a ello las mujeres no contábamos con ese derecho por ser consideradas incapaces.

Así como también, nos recuerda y conmemoramos a esas miles de mujeres, quienes en el año 1908, cerca de 40.000 costureras industriales de grandes factorías, se declararon en huelga demandando el derecho de unirse a los sindicatos (sostenidos hasta ese momento principalmente por hombres), de obtener mejores salarios, una jornada de trabajo menos larga y el rechazo profundo al trabajo infantil el cual hasta entonces estaba normalizado en fábricas e industrias. Durante ese llamado a huelga 129 mujeres murieron quemadas en un incendio en la fábrica de algodón de Nueva York Cotton Textile Factory. Los dueños de la fábrica habían cerrado todas las puertas intentando obstaculizar que las mujeres se adhieran al llamado a huelga forzándolas a permanecer en sus puestos de trabajo.

A partir de entonces, desde el año 1977 se comenzó a conmemorar la jornada del 8 de marzo en todos los países, reconociendo en este día la lucha por alcanzar derechos para todas las mujeres. Sin embargo, a más de 100 años muchos de nuestros derechos no se encuentran debidamente consagrados, siendo todavía un ideal alcanzar la dignidad como mujeres trabajadoras.

La participación de la mujer en el trabajo continua todavía sosteniendo importantes brechas, son las mujeres quienes acceden a menos puestos de alta dirección, a la participación política, a la igualdad económica y social, a quienes todavía se les castiga por maternar, por efectuar una labor de cuidados que no es remunerada y muchos menos apoyada en el medio social…

Vemos con escándalo las demandas por pensiones de alimentos, mientras miles de mujeres sostienen solas a sus hijxs y familias, siendo procesadas en caso de no querer ser madres y abortar, mientras hombres reniegan de la misma paternidad negando la corresponsabilidad en el cuidado de hijxs, privilegiando sus derechos por sobre los de la niñez, esa que tanto nos gusta asegurar que protegemos.

Hay quienes señalan que la lucha de las mujeres está en disputa con la lucha de clases, sin embargo, la lucha de las mujeres congrega esa y otras luchas. La denominada “Teoria interseccional”, sostiene que las mujeres, disidencias e identidades no binarias, somos oprimidas primero por nuestro género, luego por nuestra clase y también por factores de raza e identidad sexual. Así, no es lo mismo ser mujer blanca a ser una mujer negra o indígena, a tener menos estudios, a tener determinada edad a tener un lugar particular de procedencia, a ser mujer inmigrante. Todas esas aristas son sumadas a la hora de evaluar las opresiones a las que nos encontramos sujetas, y es y ha sido siempre el objetivo del feminismo identificar esas interseccionalidades, atender a las causas estructurales que las producen y sobre todo saber que, si bien la lucha es una, existen mujeres que las libran desde diferentes espacios.

La teoría interseccional, que no es más que la empatía vuelta teoría, nos hace comprender que no existe un feminismo o una forma de luchar, sino que son muchas. Hay quienes sostienen que las feministas de antes no son las de ahora y por supuesto que así debe ser, de lo contrario significaría que a más de 100 años de historia nada hemos ganado.

Actualmente las brechas sociales, políticas, culturales y económicas se siguen sosteniendo, oprimiendo de diversas formas a las diversas mujeres, por eso tener en la memoria a nuestras ancestras que lucharon por abrirnos el camino es la principal consigna. El 8 de marzo es el día que nos recuerda que aún queda mucho por luchar y que honrar la memoria de aquellas por las cuales hoy logramos en parte mejorar nuestras condiciones, luchando a su vez por las mujeres que vendrán, porque sus derechos se encuentren realmente consagrados, de poder acceder a trabajos dignos, a salarios que permitan vivir en bienestar, a maternar sin que la primera pregunta y cuestionamiento al entrar a un trabajo sea si una desea o no ser madre, a la corresponsabilidad parental, a una vejez plena, a decidir sobre nuestros cuerpos sin que por ello seamos hostigadas u acosadas y que la muerte de otra mujer deje de ser la portada diaria en los medios.

Por ello, no es que una lucha sea más importante que otras, todas lo son, sin embargo, para garantizar un piso mínimo lo principal es dejar de sufrir violencia en nuestros propios hogares.

Ninguna libertad será jamás alcanzada, mientras nuestros cuerpos sigan siendo considerados territorio de conquista.

Camila Iribarra Aros
c.iribarra@gmail.com | + posts

Trabajadora Social, vocera de la Coordinadora Feminista Puq.

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