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Julie Pichavant: “Creo que primero tenemos que encontrarnos y podemos detonar esta arma de lucha fuerte que es la poética”

Julie Pichavant es una autora francesa de 45 años, performer, directora, dramaturga, investigadora teatral y según señaló en conversación con Tu Aldea: “Más allá de todo, me interesa cómo ponemos en activación los detonantes poéticos. Hay un intencionar político, pero creo que es bien importante intencionar desde lo poético”. Es a través de esta poética, que la artista se enfoca en temáticas socioambientales que afectan al planeta y la humanidad.

Después de graduarse en Literatura Moderna y Artes Escénicas, trabajó como intérprete para compañías de teatro y de danza en Francia, Europa y en países de Latinoamérica, como Colombia, México y Chile. Creó la compañía ZART en 2008. Su trabajo acerca las artes escénicas con una apertura sistémica sobre las artes laterales y convergentes. Ha puesto en escena : “Síndrome Marilyn”, “RIP Rest in peace”, “Los peces no hacen preguntas”, “Sorry for Paradise”, “Boca de Cenizas”, “Apnea”, “Rizoma”, “Eso no es Teatro”, “Carta a Orlando como un beso sucio”,  “Mimesis” y “Cactus”. Esta última performance fue presentada en el auditorio “Ernesto Livacic” de la Universidad de Magallanes, el 29 de agosto, en el marco de la realización del taller denominado “Laboratorio de Performance & Detonantes Poéticos”.

Adentrarse en una conversación con Julie es cautivante y cálido a la vez, porque de inmediato te sumerge en una experiencia exploratoria de la realidad mundial y Latinoamericana, que parece conocer profundamente. Sobre su paso por nuestra ciudad ella reconoce: “Estoy muy feliz de estar de regreso, acá en Punta Arenas, no solamente por todos los paisajes que te explotan en la cara de belleza, sino también por toda esta historia que se condensa entre lo que se ve del iceberg, que se ve en nuestras responsabilidades, las historias de nuestros países”.

A continuación compartimos un diálogo sostenido entre Ana Marlen Guerra Encina y Julie Pichavant, a finales de agosto, a pasos del Estrecho de Magallanes.

Tu Aldea: ¿Podrías contarnos qué te define en lo artístico?

Julie: Estoy siempre derivando en lo poético y me agarro de las oraciones, de los encuentros.

Tu Aldea: ¿Cómo llegaste aquí, a Magallanes?

Julie: Después de la pandemia yo estaba bastante en Chile, en la Quinta Región, donde fui a mostrar un trabajo que escribí en Colombia, que se llama “Boca de cenizas”, sobre la explotación del territorio y de los cuerpos y encontré muchísimas mujeres activistas en esa región, con la consigna: “No es sequía, es saqueo” y ahí estaba trabajando, escuchando y haciendo entrevistas y escribiendo un texto y regresé a Francia; y había una postulación a una residencia artística en varios lugares de Chile, con el Instituto Francés y Goethe-Institut Chile. Ví una con la Universidad de Magallanes y postulé y lo logré, no sé cómo.  

Creo que el equipo de Magallanes leyó de verdad el trabajo, yo me sentí escuchada y en confianza. Como hice un trabajo sobre memoria, agua y extractivismo en Colombia, creo que el equipo donde estaban Mónica Araus, Rafael Cheuquelaf y Nitzamé Mayorga, hicieron pues, una investigación de verdad en territorios que nos interesan. Fuimos con Michelle-Marie Letelier, una artista chilena que vive en Alemania que estaba trabajando sobre los daños que producen las empresas salmoneras, un trabajo bien político, así son nuestros trabajos.

Yo llegué aquí, por primera vez justo después de una cuarentena, porque en ese momento había como 10 días de cuarentena para ingresar al país, cuarentena de lujo, porque estaba todo pagado por el Instituto Francés y era un programa bien confortable. Yo no tenía que venir y pagar mi hotel, era el Estado, pero sin ventanas que se abrían. Empecé a escribir acá, porque todo estaba lleno de plástico, fue la época en que venían estudiantes que tenían que trabajar en este momento de pandemia, venían todos cubiertos de plástico, no fue fácil para ellos. 

Todo estaba en caja de plástico, los cubiertos, la manzana, el jugo, el plato, pero un montón y ahí yo decía, pucha es alucinante, venir a Magallanes donde el aire es muy puro y tenemos que ponernos mascarillas todavía, no para el Estrecho, pero sí para llegar y estoy generando un montón de basuras de plástico por mi estancia acá y empecé a escribir. Fue muy loco, ¿no? Todo este plástico para evitar cualquier contaminación, era absurdo y también me ponía yo como un absurdo. 

Ahí llegué y encontré el equipo. Fue fantástico, pudimos ir a Puerto Natales, fuimos a la escuela de Villa Tehuelches, justo pasó Elisa Loncón y fuimos a escucharla, fuimos a Puerto Williams. Pasaron una serie de hechos muy hermosos, encontré a Cristian Keim del Teatro Nacional Chileno. Se tejieron amistades, conversaciones, preguntas poéticas, políticas, una gran amistad con Michelle-Marie Letelier también, que tiene un trabajo espectacular, muy fuerte en contra de las salmoneras. Ella investigó sobre los daños que hacen en Canadá y los daños que hacen acá. Es una investigación bien completa y sí, es una catástrofe, es horrible, como todos los hechos que nos quieren esconder. Es dañino como la minería, es dañino como el hidrógeno que no es verde. Seguramente podrían hacer las cosas de manera diferente, pero no lo hacen.

Tu Aldea: Claro, cambian los negocios, pero todo sigue en el mismo sentido. 

Julie: Eso es.

Tu Aldea: Entonces, ¿cómo llegaste a “Cactus”?

Julie: Hice esta residencia en 2021 titulada “Emergencias del Bentos”, relacionado con todo tipo de contaminación y sus efectos en el ecosistema que aquí es bien particular y después tuve oportunidad de estar en la residencia de arte y ciencia “Tiempos profundos” en Porvenir, escuché también voces de personas descendientes de pueblos originarios de acá, artistas, científicos y después me fui en el camino de mostrar la obra que escribí, que se llama “Apnea”. La mostré acá, la mostré en Williams, en Porvenir y eso generó más encuentros y todavía no podía escribir. 

Cactus surgió porque fui a México hace poco y empecé a decirme: ¿cómo sería un ser ‘extremófilo’?, que es el término que usan los científicos para describir a estos seres que logran sobrevivir en hechos extremos. Ahí empecé a desarrollar esta noción de cactus, de paisajes, también relacionado con los familiares de desaparecidos, que tienen que vivir sin sus seres queridos. Es una manera, también, de buscar cómo superar esto y qué hace el Estado, que no es un Estado, que debería cuidar a sus ciudadanos y ojo, lo digo pensando también en todas las responsabilidades que tiene Europa y mi país en todo esto; en lo que vamos a decir: este tejido imperialista que tiene su responsabilidad en todo esto. 

Este rizoma que hablamos, siempre de manera positiva y está muy negativo también y si vemos cómo superamos  los relatos de supervivencia. Nosotros también nos ponemos en un estado extremófilo, dañando nuestra propia casa, nuestros propios seres queridos, pero también sobreviven las algas, sobreviven como los extremófilos. Gracias a su condición extrema logran sobrevivir también y todo está en una oración. En la condición extrema el clima cambia. 

Yo no quiero hablar, como dice Darwin, de las condiciones que hay que cambiar o superar. Yo creo que logramos superarnos por la manera de relacionarnos, gracias a los encuentros y el cariño.

A veces yo encuentro que me estoy convirtiendo en un cactus ostra, pero en una noción poética y la canción de Cerati es como fuerza natural. Los paisajes pueden servir como inspiración para decir que todo vale la pena. Vale la pena vivir, vale la pena hacer esta memoria, vale la pena ver este estrecho fantástico y darse cuenta que hubo mujeres desaparecidas acá, solamente por creer en una mejor manera de vivir y de esperar y de encontrarnos y con leyes cumplidas, con una línea no solamente de esperanza, de activación desde y para los ciudadanos del pueblo, de mejorar nuestra forma de encontrarnos, de vivir.

Tu Aldea: Oye, y hablabas de esta poética de la resistencia, me gustaría que pudieras ahondar un poco en eso.

Julie: Creo que el camino de la resistencia es la conciencia, es ser un poco humildes, por ejemplo, yo que vengo del otro lado del charco, no humilde en el sentido de no temer ser realistas al ubicarse en los contextos propios. Yo vengo de Francia y sé el daño que hizo el Estado francés con sus políticas imperialistas, pero siempre hay personas que piensan, que activan y que se mueven y creo que eso es en todos los lugares y las políticas de resistencia. Se puede crear una internacionalización y  encuentro sobre todas estas problemáticas que nos conciernen y generar canales, como estrechos de Magallanes para hacer puentes, en todos los sentidos. De esta manera se construye en los Estados, donde el Estado normalmente debería estar al servicio del ciudadano. Es decir, proteger que no haya más desaparecidos, que no haya más personas que se auto suicidan, con las manos atadas en la espalda, ¿no?

Como si pudiéramos encontrarnos desde estas conciencias de la solidaridad que nos caracterizan en sus contextos, pero también en estas transacciones de poéticas. Creo que primero tenemos que encontrarnos y podemos detonar esta arma de lucha fuerte que es la poética y la poética puede ser en forma de palabras, pero también en forma de música, puede ser en forma de tejidos, eso creo que es concreto también. 

Tu Aldea: ¡Maravilloso! Y ¿qué piensas sobre cuál es el mejor escenario en esta realidad de cambio climático y todas las posibles soluciones o aportes que podemos hacer como humanidad?

Julie: Un científico especialista en el derretimiento de los glaciares decía sobre la noción que tenía de un ser extremófilo: ‘la única manera de sentirme bien, cuando estoy en Santiago, es tener un libro en la mano y refugiarme dentro de él cuando estoy caminando por la ciudad o cuando voy en el metro’. El decía que no le angustiaba tanto ir a una expedición en un glaciar, porque está muy preparado y piensa en cuidar a su equipo a tal punto que deben regresar todos. Me decía: ‘Yo lo que pienso es en cuidar, en la responsabilidad que tenemos’. Y la proyección que podemos hacer es eso: cómo generar este cuidado de los lugares, donde uno se solidariza con los demás.

Él decía: “A veces pienso y siento como un glaciar”. Y yo creo que esto es así. Sería como pensar como lo hacen los pueblos originarios, que desde siempre cuidan, saben de la naturaleza, saben de las almas, de lo visible y lo invisible. Yo desconocía esto y me encanta escuchar estas voces, que creo, son las más relevantes. 

Desde mi lado tenemos que escuchar más, porque nosotros desde el occidente cortamos mucho estas palabras, las aplastamos y hay fuegos que arden y no solamente los extractivistas, no, fuegos como el ánimo, la energía y la vitalidad. Además, como decía este científico, hoy se puede ver la rapidez de los cambios. Es decir, antes uno podía decir que en la escala de 2000 años cambió el glaciar, pero ahora esto ocurre en 200 años ¿Será que  se reducen las posibilidades? No creo, creo que hay una aceleración y creo que debemos entrar en una desaceleración. O sea, desacelerar todo. Porque en la aceleración no se puede pensar y es como si todos fuéramos a caer en este agujero negro que lo atrapa todo. Pero también tenemos que transformar, no sabemos qué hay. 

Así que tenemos que enfrentar todo esto, con una desaceleración, con encuentros, agarrarse de las manos, descansar o caminar por la tierra. Sentir es muy difícil porque estamos en estado de aceleración y de estrés y esas son técnicas para que uno no piense y caiga en esta locura. Quizás al agarrarnos podemos resistir más. Tenemos que abrazarnos, abrazar a los árboles, tenemos que respirar más y creo que uno lo puede hacer, pero es muy interesante compartir estas maneras de resistir y eso es poesía, pero es muy concreto. Creer que no todo es visible, dejarnos llevar por lo invisible de estos tiempos, de todas estas voces que tenemos que escuchar y que no podemos tocar, pero existen. Tenemos una responsabilidad en esto.

Y mucho amor, mucho cariño para lograr tejer y construir lugares de confianza, de cariño y de seguridad para poder respirar. La desaceleración se hace con mucho amor, cariño y abrazos. 

Tu Aldea: Que lindo eso. No sé si quieres agregar algo más. 

Julie: Te quiero agradecer por toda la entrega de hoy. Estoy muy feliz, es como un día de lluvia, pero de lluvia necesaria. El horizonte existe siempre acá y a mí me genera tranquilidad, aunque estamos conscientes del contexto, pero hay algo en el clima acá, que te hace soñar y eso es genial.

Tu Aldea: Sí, los cielos, el mar…

Julie: Los árboles, las montañas, el aire te transforma…

Tu Aldea: El viento…

Julie: El viento te alivia, como dicen los Selknam, hay que confiar de lleno, que el viento te transforma, te limpia, te lleva y eso es espectacular.

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