Mauricio Ojeda Reyes es artista visual, diseñador gráfico, docente de la Escuela Municipal de Artes Casa Azul, tiene un Posgrado en Neuroeducación y Neurodiversidad, además de practicar y enseñar artes marciales internas de China como el Tai Chi Chuang.
Su encuentro con la pintura comenzó a los dos años de edad, cuando se iba gateando hasta el galpón de su residencia y buscaba carbón con el que pintaba las paredes, en una especie de juego muy natural. Con el tiempo empezó a familiarizarse con el dibujo y los colores. Ahí experimentó con varios pigmentos, lapiceras, acuarela y témpera hasta encontrarse con el óleo. En sus palabras: “El óleo es uno de los pigmentos más nobles y que más provecho le puedes sacar en base a los colores y efectos luminosos. Es muy bondadoso, entonces es una materia prima muy interesante”. Fue tal su entusiasmo que ya no lo soltó más. También trabajó con acrílico, aerógrafo, lápices pastel seco y húmedo, mezclando técnicas.
Asimismo, recuerda que de niño plasmaba lo que su mente le iba dictando, como rayas y figuras abstractas, luego comenzó copiando lo que a él le gustaba en sintonía con la imaginación. De ese modo fue juntando una serie de creaciones en óleo sobre tela, que en 1998 dieron vida a su primera exposición realizada en un salón de la Gobernación Provincial de Magallanes, que estaba ubicada frente a la plaza Benjamín Muñoz Gamero. Muchas personas artistas concurrieron a ver dicha muestra y lo curioso es que la gran mayoría pensó que se trataba de un expositor foráneo, ya que la temática de sus trabajos salía de lo común, como dragones, dioses guerreros y cosas que clasifican dentro del concepto de la fantasía. Él reconoce que el tema siempre le atrajo porque forzaba a mejorar su técnica y la capacidad creativa, en una suerte de viaje al subconsciente y el inconsciente, estableciendo un juego con estas dimensiones. Gran parte de las imágenes que materializaba venían de esos lugares.
Esa primera experiencia, muy inspiradora para él, fue el puntapié que lo motivó a pensar en la idea de exponer en Santiago de Chile. Fue así, que en 1999 expuso en la Galería Dragstore, quedándose un año y medio en la capital, donde continuó pintando, realizando exposiciones de su arte y participando en encuentros fantásticos de cómics. Se paseó por varias comunas metropolitanas y donde iba, su trabajo llamaba mucho la atención, porque la figura que utilizaba no era usual, lo que también le permitió vender algunos de sus cuadros, lo que fue muy favorable ya que él era un artista totalmente ‘desconocido’.
Su paso por Santiago le permitió conocer a artistas como Mauricio Herrera, Juan Vásquez, quienes realizaban ilustraciones para SALO en Mitos y Leyendas, también se reencontró con Rodrigo Elgueta, a quien había conocido en Punta Arenas. Ese ambiente y las experiencias vividas le llevaron a definir que quería dedicarse a pintar. Para esa época ya contaba con su ‘cartón’ de diseño gráfico, pero se siguió especializando. Con el tiempo, explica que fue surgiendo un estilo propio, pero sin buscarlo.
“Me acuerdo que el primer día de exposición hubo un lleno total. Yo pensé que iban a otra muestra y nada po’, iban a la mía. Fue muy bonito, porque el tipo de pintura que yo realizo no se había visto. De repente, uno siente, con los tiempos que estamos viviendo en Chile, que este es un país que no da oportunidades. Yo creo que todos lo sabemos. Chile es un país de oportunistas más que de oportunidades, pero también, dentro de ese oportunismo que hay, no se da la oportunidad a los artistas de región (…) como que se encierra el tema de la creatividad. Entonces, ese es un gran parámetro a estudiar, porque uno en los colegios se encuentra con ciertos detalles, ciertas inquietudes de los chicos que tienen talentos y dibujan y claro, ellos te hacen la pregunta: ‘oye, pero ¿qué pasa con estos artistas que pintan manchas?’ y bueno, uno les explica que es un estilo de arte contemporáneo, pero uno se pregunta por qué no los dejan hacer lo que ellos quieren. Entonces es un tema bastante interesante, pero es parte de lo que pasa en la sociedad chilena también. Por eso uno debe tenerlo claro, que es una sociedad bastante esnobista. Es parte de las inquietudes que hay en muchas áreas, pero en las artes se ve harto”, dijo Mauricio Ojeda, recordando además, algo anecdótico, ya que en Santiago muchas personas que visitaron sus exposiciones creyeron que era alumno de Hernán Valdovinos, lo que le hizo sentir orgullo, sin embargo reconoció que no tuvo esa fortuna aunque sí llegaron a conocerse y ser amigos. Fue así que su estilo se terminó definiendo como realismo mágico fantástico.
En medio de la plática que duró algunos días fueron surgiendo preguntas.
¿Cómo te iniciaste en las artes marciales?
“Yo empecé chiquitito, como a los cuatro o cinco años y fue por un tema de enfermedad. Yo nací con un tema…los médicos le dijeron a mi vieja que yo estaba desahuciado, que no iba a durar el año y después tuvieron hartos cuidados, porque obviamente algunos médicos no sabían lo que tenía. Pudo haber sido, tal vez, desnutrición, que en ese tiempo no se sabía y decían que era de peligro, o sea, que no iba a vivir mucho (…) entonces empecé con el tema de las artes marciales. Tuve la oportunidad de conocer a mi shifu[1] y ahí me adentré en el Tai chi, hasta poder ir enseñándolo, de a poco. La verdad es que yo nunca tuve la intención de enseñar las artes marciales. Las aprendí para mí. Obtuve mi grado y era una lucha interna de perfeccionamiento, entonces nunca pensé que las iba a enseñar. Ahora, en este momento como docente enseño todas las áreas en las que he tenido la oportunidad, que son las artes, el diseño y el Tai Chi, pero como te digo, llegué a las artes marciales por un tema de enfermedad, eso me sirvió para fortalecer mi cuerpo, mi mente y obviamente una forma de vida”.
Que interesante y conmovedor lo que me cuentas, me gustaría que ahondes en el concepto de arte y cómo unes el hecho de ser un artista visual y un hombre que cultiva las artes marciales.
“Como lo hemos conversado yo empecé bien chico en la pintura y las artes marciales. Lo bueno es que mis viejos me dejaron desarrollar la motricidad. Cuando recibía juguetes los desarmaba y con el tiempo empecé a armarlos y a diseñar juguetes a partir de los que desarmaba. Es decir, diseñaba mis propios juguetes. Eso fue muy interesante porque me dio más habilidades motrices. Con el tema de la pintura o del dibujo fue lo mismo. Bueno, mi viejo pintaba marinas (…) y es un tema de genética y de verlo pintar desde muy niño. Con las artes marciales la dinámica es bastante especial, porque lo que ellas buscan, cuando tú aprendes de verdad, cuando entiendes cuál es su proceso, te das cuenta que es una pelea contra tu propia persona. En el arte también debiese ser lo mismo. Una persona pelea contra sí misma para poder expresarse a través de su arte, dibujo, pintura o escultura. En artes marciales cuando entrenas, entiendes bien la metodología, el desarrollo de la belleza del arte marcial y del combate; te das cuenta que tienes que expresarte tú mismo. Es decir, son las herramientas para que corporal y espiritualmente te expreses tú mismo. Cuando entiendes ese concepto toda la técnica la transformas, lo que aprendiste, practicaste, todo. Te rompiste el lomo practicando, desarrollando lo mejor que te pide tu shifu y tú te expresas como tú mismo, llegas a un punto en el cual fluyes con naturalidad. Ojo, en el arte también debiera ser así, por eso uno dice de pronto: ‘pucha, por qué se pierde tanta gente con talento’ y claro, es porque no les dejan fluir. Yo fluyo con la pintura. Puede ser que a algunas personas no les guste mi trabajo, a otro resto sí, pero yo fluyo. Hago un trabajo de proceso con la pintura, con la mitología, la estudio, investigo y después fluyo. Esa es la forma.
En la práctica de las artes marciales tiene que ver con una forma de vida. Yo ya pasé ese límite de solamente el arte del combate y lo practico como una forma de vida, o sea, una forma espiritual, por eso que de repente uno no critica, pero observa cuando la gente te dice: ‘no, tú no eres una persona espiritual’, pero ¿qué te hace espiritual? ¿Qué te hace un guerrero? Está visto y comprobado que los guerreros, los practicantes, los que tienen un oficio, son mucho más espirituales, porque están entregados a su arte. Entonces, ahí está la unión de lo que hago con la pintura. Cuando estoy en mi proceso de creación yo me voy, ya no estoy acá. Lo que hace que yo me quede acá es la práctica de las artes marciales. Ella me muestra lo débil que soy, lo poco protegido que estoy. Claro, me fortalece mentalmente, físicamente pero me muestra la realidad, es mi cable a tierra. Entonces cuando estoy en el proceso creativo yo no estoy acá, me meto en los personajes, sobre todo cuando trabajo con etnias o cosas mitológicas que tienen mucha energía yo vivo el personaje, lo siento. Es lo mismo que cuando pintaba dragones, yo vivía el dragón tanto de agua, de metal, de tierra, lo vivía tal cual. Cuando trabajo el proceso creativo vivo el mundo dimensional, en ese proceso estoy creando y después salgo, porque el entrenamiento me hace volver. Es una unión perfecta. Las dos son artes.
Las artes marciales disciplinan tu mente, tu cuerpo y la pintura es totalmente mental. Mi mano está dirigida por algo que va más allá de mi mente, de una mente disciplinada, pero va más allá, por eso fluyo con naturalidad en la pintura, porque es como si estuviese haciendo Tai chi o como si estuviese trabajando con un arma. Cuando estoy practicando artes marciales uso las dos cosas. Estoy enfocado en el arte, en el arma, en mi cuerpo, en mi alma, en mi espíritu, pero también está el artista adentro que fluye con el arma, con mi movimiento de cuerpo. Cuando estoy pintando mis guerreras, mis dioses, mis mitos o un guerreo selknam, si bien es cierto, estoy fluyendo, el guerrero que está fusionado dentro de mí es quien entrega la pintura. Por eso es que mi trabajo tiene esa fuerza, porque está la energía de fuego, mezclada con lo blando, la luna y está produciendo en el cuadro. (…) Mi arte es diferente, totalmente mío, genuino y me siento orgulloso de tener un arte propio. No necesito copiar, como otros artistas que requieren el proceso de copia, que también lo encuentro bueno, pero yo fluyo con naturalidad y es el mismo proceso que tengo en la práctica del arte marcial. Cuando pinto es como si estuviese haciendo Tai Chi y cuando hago Tai Chi es como si estuviese pintando”.
¡Maravilloso! Una última pregunta, desde tu visión como artista y como practicante de artes marciales, desde tu filosofía de vida ¿Qué crees que nos espera como especie a propósito de lo que estamos viviendo actualmente?
“Siempre espero lo mejor, aunque el mundo se venga abajo. Quiero pensar que el ser humano va a cambiar. Los jóvenes sobre todo, pero lamentablemente tenemos tan metido el individualismo y el consumo que de alguna manera y, puede sonar fuerte, hemos vendido nuestro espíritu, nuestra alma y hemos perdido la fe de lo que somos. La educación es hoy la gran respuesta, pero la educación en el Ser y no en el querer Ser. Quiero ser abogado, quiero ser médico y sabemos que no podemos ser si en el fondo lo hacemos por los motivos equivocados. Hoy en Chile se vive el momento más crítico y es ahora donde se puede cambiar el camino a una sociedad de oportunidades y no de oportunistas como ocurre actualmente. Incluso en el arte, que es algo tan bello, si no tienes los contactos debidos no puedes mostrar tu talento, creo que podemos avanzar. Va a ser un parto doloroso, pero creo que se puede lograr algo bello en Chile, el nacimiento de una sociedad empática con oportunidades y no con oportunistas”.
El taller de Tai Chi de Mauricio Ojeda Reyes se caracteriza por desarrollar toda su práctica en el fundamento de la neurociencia. Bajo ese concepto, el cerebro es el centro de comando de todo el cuerpo. Es el responsable no solo de que se tenga la capacidad de realizar funciones cognitivamente elevadas, tales como la toma de decisiones, la planeación a futuro en función de metas y la autoconciencia, sino también funciones básicas (como percibir el entorno) e importantes para la supervivencia, como aproximarnos a estímulos potenciales de recompensa (como buscar pareja, comer, beber) o alejarnos de estímulos aversivos que pongan en peligro real o ficticio la vida.
Las personas interesadas pueden contactarse con el profesor Ojeda, escribiendo al mail alejandrotblanco@gmail.com
[1] Shifu es un término chino que se traduce principalmente como ‘padre adoptivo’ también puede ser traducido como ‘maestro’ o ‘profesor’. Aunque puede aplicarse en diversos campos, es especialmente usado en el mundo de las artes marciales chinas.
Administrador de tualdea.cl
Esta bellisima la entrevista Estimada Ana. Dar las gracias a Ana por esta bella entrevista, cada palabra que dije esta escrita, no podría ser mas preciso mi pensamiento, muchas gracias Ana por tomarte este tiempo y mostrar mi humilde aporte al Arte.
Para mi fue un honor poder hacer esta entrevista.
Este sitio es para mostrar cosas como estas, que no tienen el merecido espacio en otros medios. Cuenta con eso, siempre.