De seguro, más de alguna vez, han visto ese letrero que dice: “Sonría, lo estamos grabando”. La sonrisa sincera nace de un estado gentil en nuestro ser. Por lo mismo, muchas veces, cuando el dolor, el descontento o cualquier proceso negativo se instala en la mente y, en efecto dominó, avanza por el cuerpo envenenándolo, sonreír, se convierte en un acto difícil, por no decir, casi imposible de realizar. Pero existen seres que, a pesar de las penas y los contratiempos, sonríen. Y no se trata de una sonrisa falsa o forzada, por el contrario, es una sonrisa que brota de la ilusión, del amor, del deseo de mejorar y de cambiar las condiciones desfavorables, o bien surge por el agradecimiento al pensar en lo que aún consideran grato y bueno. Por otro lado, están las personas beneficiadas con destinos mimados, a quienes los ha rodeado siempre la buena fortuna y, a pesar de este excelente escenario, viven sus días con un rictus amargado y descalificante.
En esta red de átomos, denominada mundo, las vibraciones cultivadas, por los pensamientos y acciones causan ondas expansivas que pueden ser de tipo positivo o negativo y, por ende, crean o destruyen de acuerdo a su génesis. Si analizamos la sonrisa, los expertos dicen que los primeros beneficiados somos nosotros mismos y podemos comprobarlo; si hacemos la prueba y sonreímos, en soledad, notaremos como el cuerpo se relaja, la respiración se armoniza y descansamos en nuestra propia sonrisa. El simple hecho de contemplar un idílico paisaje, oír una pieza musical agradable, o rememorar un bello momento vivido, nos provoca sonreír e inmediatamente podemos notar como un interludio de serenidad nos invade. Si nuestra sonrisa, unida a nuestra mirada, se posa sobre la faz de otro ser humano, por lo general, instintivamente, éste reacciona y recibimos, de regreso, su sonrisa contagiada por la nuestra y, por un momento, un suave lazo cordial nos une a esa persona, que muchas veces ni siquiera conocemos, porque ha sido sólo un encuentro fortuito, si es que existen los encuentros fortuitos, ya que quizás, realmente, todo está diseñado para evolucionar y debíamos coincidir para regalarnos mutuamente esa sonrisa.
Así como hidratamos, con frecuencia, el cuerpo, aunque no tengamos sed, porque sabemos que es beneficioso para disfrutar de una mejor salud, tal vez sería favorable intentar, de manera consciente, sonreír más asiduamente, para lograr sentir esa paz; y si no tenemos una razón que nos estimule a sonreír, buscarla, con verdaderas ganas de encontrar, con ahínco, y algo aparecerá y nos motivará. Ese algo podrá estar cercano a nuestra vista o bien morar en los recuerdos o surgir de nuestra imaginación, pero, de seguro, gracias a nuestra tenacidad, se asomará.
Y cuando veamos, nuevamente, ese letrero que dice “Sonría, lo estamos grabando” sonreír; en serio sonreír, porque esta advertencia es absolutamente cierta, ya que, en verdad, nos están grabando; nos graba la existencia, el espacio en que respiramos cada día, la gente que nos rodea y sobre todo graba el propio espíritu y cada célula de este cuerpo que habitamos mientras experimentamos la vida, durante este tramo de tiempo, misteriosamente, regalado a nuestro ser.
Fotografía de Ketut Subiyanto
María Alejandra Vidal Bracho
Pintora naif y escritora chilena nacida en la ciudad de Punta Arenas, Magallanes. Su trabajo literario se desarrolla a través de poemas, cuentos y reflexiones, relacionados con los sentimientos e ilusiones propios del ser humano.