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La brújula está desorientada

Estamos seguros que el planeta está en punto crítico, tenemos grandes problemas y no es nada nuevo, al menos nada relativamente reciente. En 2007 se anunciaba que la velocidad de retroceso de los glaciares en Chile se duplicó en los últimos 10 años, el año 2008 se anunciaba que ya existían en el planeta 44.838 especies vegetales y animales en peligro de extinción. En este sentido, se señalaba que el orden más comprometido correspondía a los roedores, (36 especies), mientras en Punta Arenas el año 2010 se discutía sobre la realidad climática esbozando que los ciclos climáticos pueden incluso completar ciclos de 120 años. Muchas aseveraciones para indicar que lo estábamos haciendo muy mal, pero a nuestro pesar ya en 1800, aún más temprano, Alexander Van Humboldt informaba que no deberíamos continuar con la deforestación, una costumbre que no se debería perpetuar. Da la impresión de que las voces y discusiones se fueron desarrollando ante un público y estados indiferentes.

En nuestra región ya muy temprano se pagó un precio elevado cuando se quemaran los bosques que ardían durante meses subvencionados por el estado, desaparecieron grandes extensiones porque no fueron importantes, como tampoco lo fue la vida de los pueblos originarios que no pudieron hacer frente a la colonización de sus tierras, si no podían los vivos ante el avance de nuestra civilización, menos podrían, los que consideramos inertes, los árboles y la fauna. Al sur del sur del planeta en la zona austral comenzaba el cambio del planeta.

Nuestro crecimiento es descontrolado, podríamos quizás realizar buenas prácticas y mantener las grandes extensiones de terreno que modificamos para la ganadería, para ello existían manejos que podrían determinar una recuperación, pero eso fue ignorado y grandes extensiones comenzaron su proceso de erosión, la tierra se agotaba.

La realidad en las ciudades tampoco fue diferente, comenzaron a crecer y nadie reparó en conservar lo que nos quedaba, comenzaron a desaparecer esas reservas naturales, pequeños bosques y humedales están hoy en día bajo nuestras casas y cuando la naturaleza recuerda cíclicamente su pasado se inundan como rememorando las antiguas lagunas o cursos de ríos.

De pronto nos encontramos  en medio de una emergencia climática sin precedentes, las teorías se enfrentaron y comenzó una nueva era de discusión y de discurso ambiental, tendríamos que cambiar nuestra conducta, entonces comenzamos a proyectar nuevas ideas, nuevas iniciativas, a tratar de modificar un fin inevitable, los combustibles fósiles fueron el blanco de todo, las energías renovables fueron el mesías y lo que alguna vez se escribiera fuera de toda interpretación religiosa, una  vez más fue desechado, “analiza todo y reten lo bueno”, da la impresión que todo análisis fue dejado de lado y las interpretaciones solo tenían un fin, ganancias para seguir experimentando nuestro confort y modo de vida.

La pandemia nos golpeó fuerte y la mitad de la población creía que todo fue una mentira mientras algunos familiares morían producto de graves cuadros respiratorios, nos mantuvimos encerrados y por primera vez lo que creía sería el inevitable fin del Humedal Tres Puentes dejó de ser y se recuperó a un nivel comparable de los primeros años. Las temperaturas se regularon y la presencia, riqueza y abundancia de aves volvió a ser icónica en nuestra ciudad, pero al no tener doctorado en ecología y/o economía las observaciones puntuales no serían válidas, menos de aquellos que nos consideramos en el reino de quienes realizan los análisis de todo, más bien un remanente de la sociedad civil con un simple poder de observación utilizando los sentidos.

La explotación del carbón fue una de las banderas de lucha contra esta inevitable realidad que nos alcanza cada día más rápido y a pesar de todo una pequeña luz se encendió en medio de aquella costumbre de creer en nada, miles de árboles fueron plantados desde el sistema que tenía por costumbre solo depredar quizá fue un experimento accidental, pero sin duda fue efectivo, la recuperación de aquellas extinciones que una vez regularon este planeta sería posible solo si a alguien le importara más que solo realizar propaganda.

Hoy en día una nueva industria se está instalando en nuestra región, se proyecta como una real solución, aún no sabemos mucho de ella pues no tenemos todo el conocimiento en variables económicas y de desarrollo, pues estas son las variables que más se comentan por parte de la industria y el estado mientras las extensiones ocupadas, comienzan a cambiar una vez más.

Quizá este es el camino, quizá el costo elevado que tendremos que pagar es un justo pago por nuestra ineptitud por realizar ese análisis utilizando variables que solo nos convienen a nosotros, quizá se pueda realizar de buena manera o tan solo es un cambio de industria y tecnología que desconoce lo que podría afectar e improvisa ante una emergencia creada por nosotros mismos.

Me parece que la recuperación vivida en el humedal fue tan solo porque nos dejamos de mover, dejamos un minuto nuestros viajes y nuestro confort, nuestro consumo y nuestra competencia por ser y tener aún más, tal vez fue una señal no analizada.

Mi temor es que al igual que los bosques dejaron de jugar con el viento y sustentar el planeta y los ríos dejaron de bañar de vida y mientras el mar que se convirtió en el basurero del planeta, una vez más podríamos estar equivocando el rumbo ahora interviniendo lo único que nunca pensamos  podría ser intervenido, entonces el río dejó de bañar la tierra, el árbol dejó de dar sombra y las aves dejaron de cantar, a lo mejor somos sola la última generación perdida de los nuevos indígenas que plantarían más árboles, cuidarían humedales y disfrutarían de las aves si el análisis fuera tan solo la incorporación de la razón de estar vivos en esta ecuación de sentir que valió la pena vivir, aún es tiempo de incorporarnos sin desplazar a mansalva. 

Goethe en 1787 señalaba: “La naturaleza debe experimentarse a través del sentimiento, los que quieran describir el mundo con la mera clasificación de plantas, animales y rocas nunca lograran acercarse”.

A pesar de mis cientos de tablas e intentos por comprender como interactúa esta hermosa naturaleza, a pesar de querer analizar para no errar, creo que la brújula está desorientada y espero recuperemos el rumbo sin seguir condenando y seguir sembrando, mas no modificando e improvisando por la urgencia de nuestra clara incompetencia para administrar lo que deberíamos.

Nota sobre la fotografía: Quienes fueran numerosas un día y fueron alimento de grandes pueblos australes sobrevivieron a la caza, sobrevivieron a la ganadería, se adaptaron a cercos y corrales ahora podrían enfrentar la modificación de todo lo que conocen, ya no importó el sonido, ya no importó el camino, ya no importó el cableado, ya no importó el paisaje, una vez no importó la vida y las aves dejaron de cantar.

Humberto Gómez

Humberto Gómez
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Ingeniero agropecuario.

Investigador.

Agrupación Ecológica Patagónica.

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Carlos Bonifetti

Qué potente el comentario de Humberto Gómez. Se destaca que son los sentidos y los sentimientos las herramientas que más valen para observar lo que sucede en el planeta en que vivimos, para dar un diagnóstico certero y señalarnos el único camino que nos queda para elegir: el de la fraternidad y trabajo en equipo para ayudar a que la Pachamama sane las heridas y las enfermedades a que la hemos expuesto los humanos, por sus propios, Es la última oportunidad que Gaia nos está dejando para que al fin comprendamos y cambiemos.

Carlos Bonifetti

Fe de erratas.
Dice: por sus propios
Debe decir: por sus propios medios

Patricia Estivill

Buen articulo Compañero

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