La Patagonia chilena, nuestro querido Magallanes es una superficie singular llena de parajes naturales que bien conocemos desde que nos tocó abrir los ojos en algún lugar de esta tierra o cuando llegamos buscando un nuevo futuro y una nueva esperanza desde otra tierra.
Los recorridos por las pampas y bosques son lo que más llena el alma de quien disfruta el paseo por la perfecta armonía de lo natural. Como un real diseño perfecto se dibujan montañas, lagos y ríos que poseen una vida que no se estorba, más bien se complementa con el solo afán de sobrevivir, por cientos de años ha logrado su objetivo a pesar de las miles de intervenciones que ha sufrido desde que llegamos a habitar esta tierra como especie.
La Patagonia fue castigada desde un inicio, grandes incendios para liberar espacio para el pastoreo, las vergonzosas cacerías de nuestra misma especie, el exterminio de la fauna y la incorporación de aquellas introducidas dan respuesta de una tierra resiliente que ha soportado cada embate que propiciamos y asimila cada una de estas acciones hasta que un día ya no soporte más y comience a colapsar aunque no queramos aceptarlo y veamos solo oportunidades de negocios o nos preocupemos al proyectar un futuro incierto.
Mis recorridos del presente mes de enero de este año 2022, fueron maravillosos y preocupantes, quizá esto es debido a la enorme cantidad de lugares visitados que tengo en mis años en esta, mi región, o quizá al observar los comportamientos anómalos propiciados por este cambio climático que aún no sabemos cómo se expresa, al observar como la Patagonia cambia o tal vez el solo sentir que el cambio llegó aunque lo neguemos. En lo personal me mantiene en alerta y me genera incertidumbres al ver como se pavimenta la llegada de una nueva industria sin tener datos suficientes y sin saber ni siquiera quienes son los visitantes aunque las prospecciones son ya muchas por parte de diferentes empresas.
La esperanza de trabajo es real, sin duda que la justicia salarial muchas veces es satisfecha por empresas que no poseen a la costumbre nacional de remunerar lo menos posible y entonces esta alternativa se presenta como una nueva y valida oportunidad, (que se presenta como ambiental) en todo sentido aunque ya hemos equivocado en otras oportunidades el camino aplaudiendo a quien no debíamos y condenando a quien no debimos condenar.
Hasta el minuto son varias las interrogantes que se plantean, nadie aún aclara con certezas que ocurrirá con transportes, almacenamientos, desechos o recursos necesarios para su operación, existen empresas que ya dieron la cara pero las aseveraciones de contar con cientos o miles de estaciones en nuestra Patagonia al menos me ponen a pensar que estas imágenes de este mes de enero de 2022 son unas de las últimas que podré observar de una Patagonia tal y cual la conocí, desde que abrí los ojos en Puerto Natales.
Aun espero y tengo fe de que las acciones determinadas y supervisadas por el estado estén a la altura de la envergadura del progreso o del daño irremediable que generaran, si es que improvisan al ver que mayormente nadie cuestiona o exige resoluciones sobre todas las interrogantes que llegan a quienes -de una u otra manera- no tenemos por qué conocer los procesos de la industria, pero si debemos velar por aquello que conocemos. En la actualidad mis dudas son muchas más que las certezas.
Trabajo siempre será el lema y lo comparto en gran medida, es lo que requiere un individuo para sobrevivir en el sistema actual del que yo también formo parte, sin embargo, la envergadura de la proyección de esta nueva alternativa al menos nos debería invitar a exigir mucho más y condenar las prácticas observadas que faltan a la ética en la configuración de los primeros intentos por comenzar a implementar los equipos de trabajo.
No todas las industrias que visitaron y visitan la región son negligentes, más bien los negligentes somos nosotros que formamos parte de equipos que no ven, no escuchan y no hablan o tal vez aquellos que observando un escenario complejo guardamos silencio ante la cierta posibilidad de que la Patagonia chilena cambie para siempre y esto nos pese cuando aquello que se hubiera podido medir o evitar ya sea imposible de remediar.
Magallanes está cambiando, las poblaciones de aves pueden seguir el camino del ya mítico canquén colorado, las praderas no serán las mismas, el agua se puede comprometer, podemos lamentar grandes pérdidas si nos equivocamos mirando el libro por su portada sin prestar atención al contenido real.
La industria de Hidrógeno Verde es sin duda la más millonaria que llega a la región, la más masiva, una de las mejores oportunidades de desarrollo tal como aun lo conocemos, pero si dejamos la puerta abierta también puede ser un problema que aún no podemos evaluar en su magnitud, pero que estamos a tiempo de resguardar, toda vez que ya se encuentran muchas en la región realizando prospecciones que me imagino todos los organismos conocen, aunque la respuesta sé que sería negativa.
La Patagonia Chilena está cambiando y deberíamos ser capaces de decidir qué es lo que nosotros esperamos de este cambio, de qué manera creemos será posible y cuanto efectivamente beneficiará a nuestro presente y a nuestro futuro.
Humberto Gómez
Ingeniero agropecuario.
Investigador.
Agrupación Ecológica Patagónica.
Estamos en ello ! Decidiendo e incidiendo en que es lo que queremos para la patagonia . Hay quienes no hacemos oídos sordos frente a la respuesta institucional y hay quienes actuamos frente a lo perverso y políticamente injusto. Por eso frente al desastre , frente al ecocidio digo no .
Gracias humberto por tus palabras ✨