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Revista La peste, desde los subterráneos hasta la era digital

Corría abril del año 1987 cuando se imprimió el primer número de la revista La peste. Esta gran hazaña fue obra de Juan Carlos Muñoz Alegría, más conocido en Punta Arenas como ‘El chico Alegría’, Carlos Riquelme Navarro, a quien todos conocen como ‘Yayo’ y su hermano Óscar Riquelme Navarro, junto a un puñado de colaboradores.

La peste se posicionó entre las y los habitantes del austro, como un verdadero ícono de contracultura de la época. Además, se impulsó la edición cero en Santiago de Chile, en plena dictadura, principalmente diagramada por ‘El pogo’, vocalista de Los Fiskales Ad-Hoc. Pasado un tiempo y algunas ediciones, las personas que integraban el equipo editorial tomaron distintos caminos y el proyecto quedó en pausa.

Al respecto, ‘El chico Alegría’, mencionó que la revista emergió en un período de mucha confluencia de tribus, en parte, generaciones que estaban saliendo de avatares políticos, aunque las tribus englobaban otra factura, básicamente cultural. Es entonces que se produjo una explosión de fanzines, revistas autónomas y autoediciones, situadas en el período de los 80’. Fluyó de grupos que procedían de distintas lecturas musicales, culturales (punk, heavy metal, poesía, etc.), gestadas en la más profunda marginalidad por personas que no tenían espacio en el mundo oficial. Allí citó revistas con ‘títulos de lo más estrambóticos’ como ‘La paja’, ‘Abuso deshonesto’, ‘Matucana’, entre otras, que se consolidaron hasta la mitad de los 90’. Todo ello en un tiempo de incipiente neoliberalismo.

Sobre el origen de La peste, Yayo Riquelme recordó: “Estábamos con unos amigos en el bar Toulouse, que quedaba en España con Sarmiento, que después fue una panquequería. Recuerdo que estaba Óscar, mi hermano, creo que ‘Machito’ (Mauricio Guichapany), John Gibbons, obviamente ‘El chico Alegría’, harta gente.  Ahí nació el nombre, pero siempre fue una idea que tuvo Juan Carlos. Cuando yo volví de estar en Santiago y me puse a trabajar con él dijimos ‘ya’ y le dimos el vamos. El primer número tuvo un suplemento que se llamaba ‘Peste y Sida’, que eran dos personajes, me parece que esa saga duró como dos números”. Por su parte, Juan Carlos Alegría mencionó: “Se arma una junta de locos de la más distinta especie y la revista comienza a caminar, a escribir, a inventar”. Entonces recordó a otras personas implicadas en el proyecto: Jimena Saiter, Pancha López, Ivan Milic y Óscar Pacheco. La revista concluyó el año 1994, dejando instalada la capacidad de crear medios, con todo lo que significaba en esa época.

Luego de 33 años y en el inicio de la pandemia, Julio Muñoz le propuso al ‘Chico Alegría’ que reeditara La peste, considerando la coyuntura social y el paralelo entre el virus y el nombre de la revista. Fue así como se tomó la decisión de volver, en una versión digital que incorporó a varias personas que cultivan distintas expresiones artísticas.

Yayo Riquelme comentó sobre la experiencia del año 2020: “Al principio colaboró con nosotros un sobrino de Juan Carlos, en diagramación, Ricardo Alegría y empezamos a juntar materiales y nuevos nexos con gente que nosotros no conocíamos, mucho más jóvenes y que se empezaron a integrar y a colaborar. Se sumó Ventisquera Austral, Miguel Bórquez de Natales, conseguimos textos de Hugo Vera, también de Natales, ya contábamos con escritos de Marcela Muñoz, así es que había una buena camada natalina, Guácala y CEJEC en gráfica, Evelyn Gómez, en pintura, Ana Marlen Guerra Encina en poesía, entre otras”, con lo que se logró editar 06 números de La peste en versión digital”.

En tanto que Juan Carlos Muñoz, explicó: “En esta especie de segunda etapa (…) la novedad tenía que ver con la modernidad, redes sociales, la capacidad de instalar las ilustraciones como un método de comunicación más elaborado y también se nota el paso del tiempo en términos de la calidad. Eso es innegable. Yo dibujaba de una manera hace 30 años y hoy día es otra. Hay influencias de todo tipo, del cine, incluso del animé y de un montón de elementos que empezaron a jugar, los libros que siempre estuvieron ahí, la música. Lo sorprendente de esta época es el nivel de participación y (sic) el nivel de llegada. Llegamos a tener 1500 a 2000 personas siguiendo o en puntos álgidos de difusión en las redes. Yo creo que la primera parte fue una cosa épica, por todo lo que significaba (…) y hoy en día es interesante porque tiene que ver con una síntesis”.

Asimismo, mencionó que antes se dependía mucho de la imprenta, pero hoy, gracias a la tecnología, se puede editar imágenes, escanear el proceso gráfico, por lo tanto las posibilidades se amplían y el tiempo se optimiza. En términos de influencia, dijo, esta se acrecentó mucho más que en la versión inicial, donde era más focalizada. “La revista se convirtió en algo mucho más intergeneracional y eso se agradece. Finalmente entendimos que los lenguajes que tenemos son muy similares, a pesar de las diferencias etarias”, afirmó.

Entre lo significativo y anecdótico

Yayo Riquelme desclasificó algunos archivos de memoria y comentó que una vez con su hermano Óscar Riquelme fueron a un Encuentro de revistas underground en Santiago. “Me acuerdo que era ahí frente a la Católica, un bar restaurant que tenía subterráneo y (se ríe), ahí hicimos una reunión. Me río por lo de ‘subterráneo’, eran todas revistas subterráneas en ese tiempo de dictadura y nosotros obviamente éramos la revista más austral. Había una que estaba cerca de Chiloé, estaba la ‘Trauco’, la ‘Beso negro’, la ‘Noreste’ e hicimos una buena conversa, unos buenos contactos en ese tiempo, que no era tan fácil de realizar como puede ser ahora, que uno se contacta por internet y es más fácil acceder a las direcciones y estar en comunicación.

Me recuerdo también haber ido a Valparaíso a vender La Peste en la plaza O’Higgins, lo que me permitió comprar un libro de Patricio Manns, que se llama Buenas noches los pastores, que es un libro encantador y que fue el que ganó el premio nacional, antes del golpe militar del 73’, un premio nacional que nunca se lo dieron y claro, yo no tenía plata, pero con la venta de la revista pude comprárselo a un señor que lo estaba vendiendo en la calle”. Junto con eso, recordó el sacrificio que significó producir las primeras tapas de la revista, ya que fueron serigrafiadas, es decir que fueron hechas una por una, lo que implicó un arduo trabajo.

Juan Carlos Muñoz, por su parte recordó una anécdota del ‘primer tiempo’, cuando en pleno proceso de edición, en el taller ubicado en calle Roca, fue increpado por José Luis Vergara: “En una discusión álgida nos dijo: ‘bueno ustedes qué pretenden, estar produciendo un medio desde su comodidad y no generar fricción, ustedes mismos como sujetos, como personas’ y la pensamos un poco y decidimos hacer el lanzamiento de uno de los números en un prostíbulo, que fue muy de antología”. En este sentido aseguró que se trata de un relato sabroso, con un final muy loco que seguramente será publicado a futuro.

Sobre el rol que cumplió La Peste de hace 33 años y la de hoy, Yayo Riquelme indicó: “Yo creo que claramente la primera Peste cumplió un rol de una voz que no estaba, por lo menos en Punta Arenas, (escrita o gráfica) en contra de la dictadura. También fue una aglutinación de artes, porque teníamos cuentos, poesías, gráfica, pintura, entrevistas, crónicas, entonces resumimos ahí pensamientos, acercamos autores que quizás no eran tan conocidos para mucha gente. En esos años, Galeano, por ejemplo. Ahora es tan fácil hablar de él, que está en internet y que se ha popularizado por muchas cosas.

A propósito, ahora estoy escuchando en Youtube un recital de Aute con Silvio Rodríguez y me hace recordar que cuando éramos jóvenes, Silvio se propagó en Chile a través de casetes de mala calidad, pero no eran conocidos, hoy incluso la derecha canta sus canciones. Creo que la primera Peste cumplió esa funcionalidad, de acercar a mucho autor que era desconocido en esos momentos.

En esta nueva generación de La Peste, yo diría que el gran salto que dimos fue contactarnos con gente de otra edad, que también trabaja por las artes y yo creo que en el momento que uno trabaja con el arte, la edad se diluye o no existe en ese sentido. De hecho así nos hemos acercado con la Sofi (Kya-Sun). Ella tiene 16 años, pero nos tratamos de igual a igual como debe ser, pero gracias a que el arte nos convoca y nos une creo que se generaron los puentes generacionales necesarios y ojalá creen un relevo que debe tener la revista, porque nosotros con ‘El chico Alegría’ ya estamos de salida. Sería bueno que tomaran la posta y no se perdiera La peste.

Lo otro es que en estos últimos números salimos del ostracismo de Punta Arenas en los últimos números (Natales con gente muy talentosa, Naara que está Coyhaique, Sofía que está ligada a Punta Arenas, pero vive en Concepción, Pablo Trosman de Buenos Aires), o sea, salimos del ámbito regionalista que para mí, por lo menos ha sido mucho, hasta la bandera me parece que es mucho, porque caemos de repente en un chovinismo regional que tampoco me gusta. De hecho, creo que como Punta Arenas hemos cometido el mismo error que reclamamos a Santiago, con respecto a otras comunas y provincias de Magallanes y no me parece que deba ser”.

Sofi (Kya-Sun), en el marco de un conversatorio organizado desde la fanpage de La peste, explicó algunos aspectos sobre la búsqueda de nuevas formas de hacer arte en tiempos de pandemia y el significado que tiene para ella la revista: “Es una plataforma para el arte joven. Eso es para mí. Es una plataforma para compartir mi arte. Es una plataforma para generar estos espacios, estas conversaciones, que son transgeneracionales, transnacionales, de diferentes disciplinas del arte”, e hizo un llamado a las personas que aún sienten timidez, mencionando que el equipo siempre está dispueste a escuchar, leer, y en definitiva manifiesta la apertura a nuevas expresiones artísticas.

De igual modo, recordó que en el año 2020 la revista publicó el especial ‘A un año del estallido social’, ‘La polémica social en Perú’, ‘La Peste híbrida’, ‘Septiembre 2020’ (ambiente plebiscito) y ‘Especial para niñez’. “A partir de eso, hemos abierto varias puertas”, indicó, agregando que dicho especial tiene una segunda parte que consiste en una serie de videos dedicados al tema de la infancia vulnerada, disponibles en Facebook e Instagram.

En tanto que Juan Carlos Muñoz Alegría dijo: “Entiendo que al fragor de las cosas que están pasando el tema de las redes es muy interesante, buenísimo, pero por otro lado produce mucho estado de anulación, como de hipnosis. Da la impresión que no te deja pensar. Una de las buenas cosas que yo podría agregar sobre el tema tecnológico es que hay mucha posibilidad creativa. Quizás lo digo yo, viniendo del mundo análogo, el lector de libros, el dibujante, el ilustrador, el que viene de otros tiempos, pero yo diría que faltan más medios, otras alternativas, independientes de la revista, siempre pensando o siendo propositivo. (…) No sé, que de repente en Cerro Sombrero salga una revista subterránea o que en Puerto Williams pueda haber otra cosa, en Natales. Hay mucha gente activa, como nunca antes, están saliendo muchas bandas y sería interesante que se produzca ese nivel de acopio o de paralelismo como tantas bandas están saliendo, tantas revistas están circulando (…), ahí hay una especie de discado o conexión con mucha gente que está escribiendo. Las revistas en general están ligadas a la factura literaria (…) y atrás vienen los ilustradores, los dibujantes, pintores, por lo tanto esa necesidad de explorar no ha desaparecido”.

Yayo Riquelme, valoró la experiencia diciendo: “La instancia de la revista, aparte de permitirme volver a trabajar en arte, diagramar y escribir fue enriquecedora, más aún en el año de pandemia, que tuvimos que estar encerrados. Bueno, para los que somos creadores no nos molesta tanto estar encerrados o solos, pero sí me permitió conocer virtualmente a un montón de gente que colaboró con la revista y que es muy talentosa. Hacer arte en pandemia creo que nos salva a todos”.

Posteriormente a esta conversación, nos sorprendió la repentina muerte de Óscar Riquelme Navarro, el 23 de febrero de 2021.

Como equipo de Tu aldea, dedicamos esta nota a su memoria, pues como artista y ser humano seguirá dibujando con la luz de cada lugar que capturó con la mirada fotográfica.

A continuación compartimos las palabras de despedida de dos Mauricios muy queridos.

Se venden obituarios y últimas palabras, por Mauricio Redolés

                  Cuando el año 1985 volví a Chile luego de haber sido “retirado de circulación” por 12 años (1973-1985) gracias a la eficiente labor de la Dictadura Cívica – Militar, regresé a un país en el que yo era un perfecto desconocido. Con cueva me conocían mis padres a la hora de almuerzo, y unas cuantas y cuantos exiliadas y exiliados más locas o locos que yo, y que ya habían regresado al país en que eventualmente hacíamos reales nuestras pesadillas de volver a caer presas o presos.

Poco a poco comencé a hacerme conocido gracias a la incesante labor de asistir a recitar y cantar en peñas, consultorios de salud poblacionales, reuniones de estudiantes universitarios, clubes deportivos, sindicatos varios, ollas comunes, y un largo etcétera, y así mi nombre empezó a circular por Santiago y luego por ciudades de provincia.

Una de las primeras invitaciones que se me hizo para salir de Santiago, fue para viajar a Punta Arenas, y la persona que me hizo esa invitación fue el fotógrafo puntarenense,  el querido Óscar Riquelme, quien me llamó por teléfono, nos juntamos en el centro de Santiago en un café y me regaló un ejemplar de la revista cultural La Peste, una revista que él, junto a un grupo de esforzados trabajadores de la cultura y sin más financiamiento que el de sus propios bolsillos sacaban adelante en la ciudad más austral del mundo.

Creo que era el año 1986, y quedé tan invitado a Punta Arenas que a los pocos días de haber conocido a Óscar tuve un sueño que nunca olvidé. Estábamos en un café en Punta Arenas con Óscar. Y yo le decía, se cumplió tu invitación, y aquí estamos en Punta Arenas. Y él me repetía se cumplió la invitación y aquí estás en Punta Arenas.

Pude finalmente ir a esa bella y dolorosa ciudad el año 2007, o sea veintiún años después. Y desde entonces he continuado viajando hacia allá. Muchas veces invitado a recitar y tocar. Una vez fui por mis propios medios, de vacaciones, por el solo placer de estar allí.

En uno de esos viajes me encontré con Óscar y le conté de mi lejano sueño y nos reímos y abrazamos. En otra ocasión, yo estaba en Punta Arenas, con dos amigos que me habían invitado a cantar y recitar, Marcos Bahamondes (quien también nos dejó hace poco) y Marcos Quiroz. Estábamos en un café de Punta Arenas y les conté ese sueño. Y de pronto me di cuenta que… ¡Estaba en el café del sueño! Solo que, a unas cuantas mesas alejado, de la mesa del sueño y sin Óscar. Creo haberle contado a Óscar esta situación, y haberle dicho que sentía no haber estado con él en ese sueño. Y lo más probable es que Óscar me haya dicho con su inefable lucidez y generosidad, no  impoooorta, total, estabas con otros amigos, eso es lo que vale.

La última vez que lo vi fue en febrero del 2019. Nos reímos como siempre. Yo había ido de vacaciones con mi familia a Punta Arenas, y aprovechando el viaje estaba presentando mi libro Algo Nuevo Anterior, junto al escritor Óscar Barrientos Brádasic. Óscar Riquelme estaba en el público. Nos saludamos al pasar.

Ya partió el querido Óscar. Por Facebook supe de las palabras de un tocayo mío que lo despedía en el Cementerio de Punta Arenas. En esa despedida mi tocayo recordaba un chiste que hacía Oscar Riquelme quien sugería un aviso que dijera: “Se venden obituarios y últimas palabras”.

Estas son mis últimas palabras para ti querido OSCAR FERNANDO RIQUELME NAVARRO. Hazle una buena foto a dios, al planeta, al cosmos, a lo que sea ¡Cómo siempre!

Despedida del actor y dramaturgo Mauricio Guichapany, en memoria de Óscar Riquelme Navarro

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Rossana Grubsic

Que belleza!! Casi un epitafio para el Oscar y un rescate de memoria épica maravilloso. Pura luz y abrazos al infinito Oscar

sergio

larga vida al poeta de la luz Austral !!!!

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