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Mi primera visita a Londres 38

En el año 2016, en mi constante búsqueda por re conectarme con la memoria histórica para poder aportar desde la construcción emotiva a la colectiva Cueca Sola, en la que participo con mis compañeras del alma y de muchas luchas y en la cual a través de la plástica de la cueca, comunicamos potentes mensajes de memoria respecto de los atroces eventos de la historia reciente de nuestro país  durante la dictadura cívico militar y aprovechando un viaje a la capital donde mi hijo de ese entonces 13 años y fanático por la historia, me acompañó a esa visita, pensando que sería enriquecedor para él y su interés por ver lo que ya había probablemente visto en libros.

Nos levantamos temprano para introducirnos en ese mar de gente al que hacía tiempo ya no estábamos habituados. Enfilamos desde el pequeño apartamento rentado en el centro de Santiago hacia el metro Universidad de Chile, cruzando por el paso nivel subterráneo hacia la vereda sur de la Alameda, frente a la Iglesia San Francisco. Ya entrando por esa callejuela corta llamada Londres, como que uno se mete en otra atmósfera, como que no es Santiago, como que es un barrio dentro de otro, con esas construcciones añosas donde uno al entrar calcula el tiempo y su paso inexorable, pero a su vez detenido.

No quería perderme ningún detalle y a medida que avanzábamos por el callejón, me preguntaba ¿cuántas veces caminé por ahí sin percatarme?, ¿cuántas veces anduve cerca sin saber de lo que se vivía al interior de las casonas en esa época?  Inmediatamente me consolé pensando: “Oye sólo tenías 16 años, que ibas a saber”

Increíblemente la calle se conserva desde los tiempos de la colonia. Las acequias por donde pasaban las aguas lluvias (y según mi acompañante “la caca del caballo de Pedro de Valdivia”) están intactas. Las piedras en el suelo dispuestas calculadamente para hacer una acera, ¡increíble! Mientras caminábamos, ya mi hijo había divisado la para él conocida entrada de la casa esa, (tanta foto que se ha tragado y más de algún video documental, para él es todo familiar).  Yo intento conectarme, ya lo escucho poco, transmite en banda ancha (solo me zumban los oídos).  Sin querer perderme ningún detalle hago una panorámica con mis ojitos ávidos de encuentros mágicos y me detengo en el suelo. Allí entre las bien cortadas piedras puestas una al lado de la otra, aparecen placas con nombres completos y números (son edades) hombres y mujeres. Me detengo en una: ¡17 años! (solo un poco más de lo que tiene el niño que llevo al lado) quizás recuerda un chico con las mismas ganas de conquistarse el mundo ¿no?  Otra: Marcela Sepúlveda Troncoso, 18 años. Miro de nuevo y todas dicen MIR pura gente joven, 20-23-27 años y chicos de 18,17, ¡por la cresta! Le comento al Gonza, él solo traga saliva.   Verificamos todas las placas: MIR, MIR…me quedó dando vuelta. Enfrentamos el entorno…hay más de 50 placas en el suelo, si no miras para abajo, no las notas. Hay tiendas de comercio y también un grupo de jóvenes que hacen un registro documental lo más probable pues tienen equipos desplegados y ensayan.

Llegamos a la entrada y una placa nos recibe: “Londres 38 Centro Secreto de detención, tortura, desaparición y exterminio” Livianito ¿no?   Pienso: “como nos impacta a nosotros que sabemos de esas miserias, no me imagino a uno que no sabe de los horrores de la dictadura cívico militar” (conocidos negacionistas saltan en mi cabeza –es inevitable).

Entramos y nos recibe una chica joven en sus 20, intenta darnos la bienvenida para orientar la visita y cuando pregunta si sabemos algo del lugar, mi compañero de aventuras, lanza su ráfaga de datos como metralleta, ella lo mira incrédula mientras yo sonrío no más y pregunto a qué hace alusión en la placa de dos mujeres que pasaron por el centro estando embarazadas y quiero saber más. Un señor de unos 70 me escucha y se acerca, me invita a revisar información a otra sala, registros de ellos, va leyendo, pone datos nombres. Le comento los datos duros de la madre de mi hermana Marcela y se asombra. Finalmente me entrega una tarjeta, tomé dos notas, el señor tenía una cita guiada y llegaron sus visitas. Con el Gonza nos desplazamos por la casa, él hizo sus registros fotográficos, yo los hice con el alma. Luego de mirar todo lo que allí se muestra, definitivamente me convenzo que lo que se debió hacer aquí en Punta Arenas en la casa DDHH es preservar la casa e intervenirla lo menos posible.

Nos despedimos de la chica, conversamos algo sobre la historia patrimonial y ancestral de los pueblos selknam y la Isla Dawson. Ella, estudiante de historia y con compañeros magallánicos tenía bastante información coherente y no de esa que muestran los textos añosos de historia.

Firmamos el libro de visitas, nos abrazamos, dimos las gracias y a digerir. Salimos en silencio, mi compañero reflexionando, yo guiándolo con la menor inoculación posible para tener una postura meridiana (¡pucha! no puedo) Vamos conversando sobre el entorno y como en esos tiempos, la vida seguía en Santiago y en Chile prácticamente en estado crepuscular. Abracé a Rossana de entonces 16 años y a mi compañero de viaje de 13. Dejamos Londres 38, con la guata apretada y el corazón en blanco y negro… y en nuestras cabezas, tantos nombres de quienes debieron transitar contra su voluntad hacinados en camiones y de noche el lúgubre sendero que conduciría a su dolor en manos inhumanas y otros tantos que debieron caminar por esa misma callejuela desconociendo lo que allí sucedió en la época más oscura de Chile.  Pensé que nunca volvería a conocer de miseria y de tortura y ahora que reviso estos recuerdos y mis ojos y mil otros ojos han sido testigos del despertar de la primavera de Chile en octubre del 2019, y otros tantos fueron mutilados y apagados para siempre, pienso la tremenda responsabilidad que seguimos teniendo para no seguir repitiendo los atroces momentos vividos entonces y que hace un poquito más de un año y fuera de todo pronóstico, se repitieron.  Lo cierto es que no queremos dejar más de estos espacios como Sitios de Memoria y que el Nunca Más deje de ser lo frágil que ha sido durante los últimos 15 meses.

Honores a mis corazonas: Alejandra, Denisse, Patricia y Mona

(Mención honrosa a Marce Meza Lagos)

Rossana Grubsić Koren
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  • Docente.
  • Activista por los derechos de la infancia diversa.
  • Activista en DDHH y Memoria.

Imperfekt jiuman bin, amateur en ensayo y error, desaprendienta y feminista en búsqueda permanente, subvirtiente catastrófica. También coordinadora ejecutiva de Fundación Selenna Magallanes e integrante de Taller/Colectiva Cueca Sola-> FB: https://www.facebook.com/cuecasolapuntaarenas

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Marcela Meza Lagos

La Memoria se hace todos los dias. Se desplaza entre nosotres como roces incansables de dolor y de amor. Mi madre Gloria Lagos Nilsson piso esos pisos y subió esas escaleras en medio del pavor y del dolor, de la incertidumbre y con su fortaleza creciendo en su vientre.
La memoria se hace creando y abrazando y compartiendo la historia personal y la historia social. Cada relato ya sea del ayer o del hoy nos recuerda que la historia la hace el pueblo en su constante búsqueda de verdad, justicia y dignidad.
Gracias hermana Rossana por llevarme siempre contigo.

Rossana Grubsic

Amor de cielo infinito para ti amada mía, hermana de otro vientre, sin embargo de un misma alma de alas eternas, memoriosas que buscan justicia. que cruce el Atlántico ese abrazo y se quede contigo abrigando tu corazona.

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